(MIÉRCOLES 14 DE JULIO, 2021-EL JORNAL). El fútbol es hoy un negocio en toda regla y en el que a nadie extraña que se compre, que se venda y que se truequen jugadores.
Así se nos informa de que para la inscripción de Lionel Messi es necesario que el Barcelona venda a Antoine Griezmann, ya sea a un equipo inglés o que se haga un intercambio por Saúl Ñíguez y un pago en efectivo por el francés.
Se compra y se vende y no he visto a ninguna ONG salir a decir que se está maltratando el orgullo y el ser de los futbolistas. Eso no solo sería absurdo, sino que vender, comprar, intercambiar se entienden en su contexto. El lenguaje sin contexto es incomprensible.
Vivimos tiempos inverosímiles en cuanto a salarios. Se nos informa, también, de que Messi se bajará el sueldo a la mitad. Es decir, pasará de 174 millones de euros a ganar solo 87 millones. El solo aquí no es más que una imprudencia idiomática de mi parte, porque es una locura que incluso renunciando al 50 por ciento de su sueldo, gane por año casi 100 millones, sin incluir, claro está, los contratos de imagen.
Por eso es que cuando se habla de sacrificio en el fútbol me pongo en guardia y pienso: ¿Sacrificio? Dios mío, de qué están hablando. No entiendo ese lenguaje de señas del siglo pasado.
Sacrificio son aquellos africanos inmortalizados en ÉBANO, ese libro maravilloso del maestro Riszard Kapucinski en el que nos cuenta cómo vivían los nigerianos a mediados de los años noventa, en lugares que para tener un cubo de agua, no potable, había que recorrer al menos tres kilómetros.
Eso sí que es sacrificio, pero para los modernos millonarios del fútbol, esclavos gozosos de practicar un deporte con todas las comodidades, y sin saber, muchas veces, qué pasa en el mundo real, la Real Academia Española de la Lengua (RAE) debierá proscribir este vocablo.
No estoy en contra de todo el dinero que se ganen los futbolistas, cuyas carreras, por lo general, son muy cortas, pero lo que sí debemos revisar es cómo los vemos, los analizamos y tratamos, para que haya una relación entre lo que se nombra y lo que sucede en la realidad.
Pero claro, como el fútbol es pasión, para miles de hinchas, Messi, al rebajarse el sueldo, está haciendo “el sacrificio” de su vida.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez