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Entre fracasos y boleros

(JUEVES 21 DE MAYO, 2021-EL JORNAL). El fútbol costarricense padece de la patología de la negación del fracaso, con lo cual lo convierte en un fracaso eterno. Es pan de cada día ver a técnicos y directivos decir que “no se alcanzó el objetivo”, pero de ahí a hablar de fracaso, dicen, es exagerar demasiado.

A partir de las negación, la realidad se evade, por eso son valiosas las declaraciones de Bryan Ruiz en las que reconoce abiertamente que lo sucedido frente al Saprissa es un fracaso en toda regla.

Lo dijo al terminar el partido el miércoles pasado y luego las amplió. Es bueno que el líder, que a los ojos de la afición puede parecer infalible, reconozca que la derrota ante Saprissa les duele, porque lleva en la sangre esos colores rojinegros.

Nada pasa cuando una persona o una institución aceptan que fracasaron, porque el fracaso es inherente al ser humano.

De hecho, en el ámbito de los emprendimientos en Estados Unidos se dice que quien no incluya en su currículum vitae al menos un fracaso, ya es sospechoso a la luz de sus futuros socios o empleadores.

Es imposible ser bueno en todo lo que se hace. Esa es solo una utopía. Así que en Alajuelense, por medio de Ruiz, hacen bien en reconocer que fracasaron, cuando todo apuntaba a que Saprissa sería una víctima reiterada de ese equipo que llegaba invicto.

A veces se olvida con enorme facilidad que en el fútbol, a diferencia del bolero, no hay absolutos,  y que la relatividad también juega cuando empieza a correr la pelota.

La pericia del Saprissa para intepretar a la perfección su circunstancia, le permitió dejar a la Liga en la lona, mientras que Santos, cuando tenía todo a favor para pedir la cuenta regresiva del Herediano, tropezó en su intento, y mal harían los guapileños en negar su incapacidad para llegar a la final.

Los eternos fracasos, de nuevo, solo se encuentran en el bolero, donde los amantes mueren despechados y seguros de que sus amores volverán, aunque en el fondo saben que eso jamás sucederá.

Y esos fracasos eternos solo conducen al abismo. Y para revertirlos solo basta un paso a la vez. Un día a la vez. Y el mundo puede cambiar como nadie había imaginado. Y todo empieza, por absurdo o extraño que parezca, con la aceptación,  para en enteder, en este caso, por qué Saprissa y Herediano están en la final.

 

 Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez

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