(MARTES 06 DE JUNIO DE 2023-EL JORNAL). El fútbol de Costa Rica en pleno apogeo del mercado de fichajes y a la distancia no se vislumbra una línea clara de por qué y cómo es que los clubes hacen sus contrataciones.
Las más de las veces parece ser porque al gerente o al entrenador le gusta este o aquel jugador, sin reparar en si en realidad de acuerdo con la idea de juego, ese futbolista puede rendir al máximo.
Un ejemplo de lo perdidos que andan es el hecho de que la Liga haya sopesado la idea de contratar a un jugador como Michael Barrantes, que a sus casi 40 años es un gran futbolista, pero me temo que no encajaría en la dinámica acelerada que Andrés Carevic quiere para su equipo.
En un tema como este es imposible no recordar Moneyball (El juego de la fortuna) en donde se explica cómo casi de una manera científica los Atléticos de Oakland construyeron un equipo de postemporada con un presupuesto cuatro veces menor que los Yankees de Nueva York.
El acierto está en determinar qué tipo de equipo se requiere, qué estilo de juego utilizará y cómo a partir de esas ideas medulares se debe contratar al jugador que mejor se adapte a esas aspiraciones.
Contratar por contratar parece, sin embargo, ser la norma. Y como se sugiere en Moneyball hay una plaga de desaciertos. En la película se aclara que en las Grandes Ligas lo que se deberían comprar son carreras y no jugadores. Igual pasa en el fútbol: no se deben contratar jugadores, sino más bien rendimientos.
Cómo, por ejemplo, con un lateral derecho discreto, pero que centra de maravilla, puede un equipo, por ejemplo, sorprender y romper moldes, dado que cuenta con un delantero nueve al que le faltan, justamente, centros como los puede hacer ese lateral.
Los fichajes es un asunto apasionante, pero que me temo que en Costa Rica se hace, todavía, de una manera muy artesanal.