(San José, 7 de noviembre, 2012). Considerados ciudadanos de segunda y tercera categoría, en este 2012 los latinoamericanos fueron determinantes en el desenlace de la elección en Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, y por ende debería esperarse un mandato de Barack Obama más benevolente con esta población.
En esta ocasión, la participación de los salvadoreños, mexicanos, argentinos, cubanos, puertorriqueños, paraguayos, guatemaltecos, costarricenses, panameños, hondureños, uruguayos y brasileños, entre otros, resultó capital para que Obama obtuviera “cuatro años más” en la Casa Blanca.
Perseguidos, explotados y humillados las más de las veces, los “hispanos”, como se les conoce en Estados Unidos, ganan cada vez más relevancia en el país de Jefferson y Franklin.
Ante tales circunstancias, resurge la esperanza de que millones de inmigrantes indocumentados puedan en este período legalizar su estancia en norteamérica y trabajar así con mayor tranquilidad.
La del 6 de noviembre, más que nunca, fue una elección que mantuvo al planeta en vilo, pero la victoria de Obama devuelve la esperanza en un mundo más justo y más humano, a pesar de que los primeros cuatro años de su presidencia hayan estado marcados por muchos desengaños y promesas incumplidas.
La reforma sanitaria, la clausura de las guerras, en especial la de Irak y la de Afganistán se convirtieron en señales positivas del ejercicio de Obama en el despacho Oval.
Tras la jornada de este 6 de noviembre, como muy bien lo dijo el periodista español Antonio Caño: Obama debería dar las gracias en español y volcar su mirada hacia esos 12 millones de hispanos, quienes, en un 70 por ciento, lo respaldaron y le dieron, sin ninguna duda, la victoria.
