(JUEVES 06 DE OCUTBRE, 2022-EL JORNAL). Parece un detalle muy a la tica y lo es: realizar un sorteo para escoger a los árbitros de las semifinales es lo más folclórico que puede pasar en un fútbol profesional.
El fútbol tico a veces es un tango mal escrito y mal interpretado, y ni Carlos Gardel podría darle brillo a una melodía tan desdibujada.
¿Y si Keylor Herrera, por los equipos, por las circunstancias, por la jerarquía, era mejor para dirigir el Alajuelense-Saprissa? ¿ Y si Pedro Navarro se acoplaba más al Puntarenas-Herediano? Esa posibilidad fue descartada por obra y gracia de una rifa. Y si la apuesta sale mal, el escarnio está servido en bandeja de plata.
Desconozco el efecto que pretendían crear con esa rifa, transmitida en directo y a todo color por Facebook, pero lo que sí sé es que la medida le resta jerarquía a la Comisión de Arbitraje y a la Fedefutbol.
Una elección tan importante debe responder a otros parámetros: a una evaluación de cómo se han comportado los árbitros en partidos similares en dichos escenarios, pero que sea el azar el que al final determine quién pita aquí y quién pita allá, es como pedirle a una máquina que haga la elección de los 26 jugadores costarricenses que irán a Catar.
Es asombrosa la ligeraza, la falta de tacto y de seriedad con que se asumen ese tipo de decisiones, porque lo que debe transmitir el arbitraje, por encima de todo, es credibilidad y con este proceder consiguen un efecto totalmente contrario.