(MIÉRCOLES 05 DE MAYO, 2021-EL JORNAL). La fotografía de Eden Hazard, feliz, sonriente, listo para la fiesta después del 2 a 0 con que el Chalsea había despedido en semifinales al Real Madrid de la Liga de campeones, dice más de lo que parece.
Evidencia, en primer lugar, la pobre o nula empatía que el belga tiene con sus compañeros. Con un Nacho, que se partió la vida en el campo. Con un Casemiro que, por más que lo disimuló, a ratos tenía que apoyarse en las muletas para seguir de pie. Con un Militão, que en el momento cumbre de la temporada lo requirieron después de estar en el destierro y volvió con gran compromiso y calidad. Con un Mendy, quien estaba más para la enfermería que para jugar, con un Ramos, que no debió estar ni en la suplencia, y, sin embargo, quería defender el escudo madridista. Y así hasta el infinitum.
Lo de Hazard es una muestra inequívoca de no haber entendido nada. Ni el equipo que representa con toda su grandeza y su esplendor, así lo indican las 13 Copas en la Champions, ni la generosidad de un técnico como Zidane, quien se ha arriesgado de ser llevado a la hoguera por la terquedad de darle espacio a un futbolista que se fue de vacaciones hace dos años y todavía no ha vuelto.
Imaginen por un momento, solo un momento, un instante, para hacerlo más preciso y específico, que el momento puede ser más extenso, que tras el 8 a 2 del Bayern Múnich, las cámaras enfoquen a Messi muerto de risa con Thiago Alcántara, recordando, quizá, aquellos viejos tiempos en el Barcelona, mientras sus compañeros caminan cabizbajos y humillados rumbo a los vestuarios.
La que se habría armado. Las recriminaciones que le habrían hecho los aficionados del Barça a su estrella por tan vil comportamiento. Y eso que a Messi se le podría perdonar casi todo, por lo que ha hecho con la camiseta azulgrana.
En el caso de Hazard, no solo no ha estado durante dos temporadas, sino que ahora viene y pisoteada a la institución y a sus compañeros, a sabiendas de que el estadio está lleno de cámaras.
El comportamiento del belga evidencia que no tiene ni idea de lo que significan los valores básicos en el fútbol y menos aún lo que es el Real Madrid. Debio empezar por, al menos, escuchar el himno de la décima, escrito por Manuel Jabois, para que entendiera que las instituciones, los compañeros y el sudor se respetan.
El pisotón al escudo del Madrid lo retrata de pies a cabeza.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.