(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 29 DE ENERO, 2019-EL JORNAL). La llamada Ley de Tránsito, aprobada prácticamente por todos los partidos políticos en la Asamblea Legislativa, así como sus reformas y actualización anual de multas –gracias a las amplias potestades dadas a la policía de tránsito–no solo obliga al propietario de vehículos a revisarlos anualmente ante el monopolio que todos conocemos, sino que es el empleo de cómo quienes gobiernan disfrazan una necesidad nacional y el ocultan un gran negocio.
Nadie duda de que quien tiene un vehículo posee también un arma que puede ser mortal, si no hay previsión, sino además debe pagar por daños colaterales como impacto ambiental, contaminación sónica, factura petrolera, etc..
Sin embargo, pasar la revisión técnica no significa para el propietario librarse de multas a solo minutos de haber salido de RITEVE. Es el caso, por ejemplo, que después de unos minutos de aprobada la revisión dejen de funcionar las escobillas del vehículo, con lo que se sacará el “premio” de veinte mil colones de multa.
La Ley de Tránsito permite a la autoridad de tránsito multar al propietario del vehículo si encuentra desperfecto en las luces, las escobillas, emisiones de gases, etc., incluso si días antes había aprobado dicha revisión.
Más allá de cualquier síntesis jurídica que pueda realizar como abogado, no es honesto ocultar el otro objeto de la ley: el negocio.
El Estado ve en el crecimiento de la flota vehicular la gallina de los huevos de oro, porque la condición de las carreteras le importa un bledo, en materia ambiental vemos enormes inconsistencias y en el país cualquier persona obtiene el permiso de conducir con solo hacer la práctica de manejo y estudiarse el folletito teórico, no hay interés en crear conciencia en qué significa sentarse detrás de un volante, cuál es el conocimiento en mecánica del futuro conductor, etc..
Interesa, por un lado, que los profesionales relacionados con los dictámenes sanitarios ganen y que usted pague por la licencia. Así de fácil. No ignoro que a muchas autoridades no les gustará lo que digo, pero ellas saben que esa es la realidad y como abogado mi compromiso es con la verdad.
*El autor es periodista y abogado.
