(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 10 DE JULIO DE 2020-EL JORNAL). Cuando se pone el corazón de por medio, nunca un tema está agotado. Así ha sucedido con el gran gesto del francés Thierry Henry, quien al comienzo del juego de su equipo, el Impact Montreal, ante el New England Revolution, disputado ayer jueves, permaneció arrodillado durante ocho minutos y 46 segundos, el mismo tiempo que tardó George Floyd para morir asfixiado.
La imagen del campeón del mundo 1998, con el puño en alto y con una camiseta que llevaba por leyenda “Black lives matter” (las vidas negras importan), ha recibido miles de réplicas y volvió a poner en la palestra la discriminación racial en Estados Unidos.
Floyd murió a manos de la policía en Powderhorn, Mineápolis, Minesota el 25 de mayo de 2020 y las imágenes de cómo falleció generaron una indignación internacional.
Thierry Henry, que jugó entre otros clubes en el Barcelona, llevaba una espina en el alma por la muerte injusta de Floyd y aprovechó el comienzo de la temporada de la MLS para lanzar ese poderoso mensaje.
El puño en alto, como lo hicieran en México 1968, Tommie Smith y John Carlos, luego de ocupar el primer y tercer puesto en los 200 metros lisos, le dio una fuerza enorme al simbolismo de Henry.
El gesto de Henry recuerda, una vez más, que es falso que el fútbol siempre debe ser neutral. El fútbol, llegó a decirse, solo se ocupa de lo suyo. El fútbol no debe de involucrarse en política, se decía también, ampliando la esfera de eufemismos a su alrededor.
Eduardo Galeano, autor de El fútbol a sol y sombra, reclamaba que en la Historia de cada país debía de incluirse el balompié, porque era una actividad que permeaba a toda la sociedad.
Insistía al autor uruguayo, seguidor de Peñarol, en que el fútbol era un vivo retrato de la vida cotidiana y, por lo tanto, merecía una atención distinta.
Y Henry ha venido, arrodillado y con el puño en alto, ha darle voz a los sin voz. Ha venido a lanzar un grito silencioso que se escuchó en todo el orbe. Ha venido Henry a demostrar, una vez más, que el fútbol puede influir más allá de la cancha.
Esa poderosa imagen de exfutbolista francés arrodillado no solo honra a Floyd, sino a miles de personas de raza negra que pagaron con su vida y su sangre esa falsa supremacía blanca, que se cree ungida por una oscura divinidad.
Hay goles extraordinarios y este de Henry arrodillado ahí cerca de la línea de cal y con el puño en alto, hay que ponerlo al lado de los conseguidos por Pelé, Marco Tardelli y Jorge Burruchaga.
Ocho minutos y 46 segundos de rodillas: gracias, Henry; gracias fútbol, por estos momentos sublimes.
*Periodista y escritor. Autor de La Gran Hazaña y Ganar con el corazón. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
