(LUNES 21 DE JUNIO, 2021-EL JORNAL). Al fin la Federación Costarricense de Fútbol escogió técnico y el turno le toca a Luis Fernando Suárez, que cuenta con la experiencia suficiente para asumir el reto, del que no puede inferirse de que A lleva a B.
El nombramiento es solo el comienzo, porque estamos apróximadamente a 60 días de que Costa Rica, en condición de visitante, empiece la eliminatoria en Panamá.
El tiempo perdido difícilmente se podrá recuperar y en ese sentido hay una clara desventaja con las restantes siete selecciones clasificadas.
Se habla que se escogió a un entrenador de mano dura, que se necesita, pero lo esencial es preguntarse ¿cuánto fútbol posee la Selección?
Es decir, si estamos a la altura de las otras representaciones y si el tiempo que aún queda de cara a las eliminatorias permitirá hacer las correciones suficientes para pelear de verdad por un cupo a Catar 2022.
Se empieza a remar contracorriente por los evidentes errores administrativos que primero nombraron a Gustavo Matosas y después a Rónald González. Los tres años transcurridos son imposibles de recuperar, por lo que ahora lo que queda es que el nuevo entrenador tome decisiones inteligentes e inmediatas.
Pareciera que al fútbol costarricense le gustan los caminos de espinas. Que le resulta extraño desarrollar un verdadero proceso, en el que se puedan evaluar las variantes con el tiempo debido y con los actores suficientes para, en caso de que sea necesario hacer correcciones profundas, haya verdaderas opciones de realizarlas.
Llega Suárez a un laberinto y llega con aires de general. Si consigue ir directamente a Catar 2022 será un logro sorprendente, en vista de que las circunstancias anuncian una clasificación compleja y ardua, con equipos, al día de hoy, mejor preparados que la Selección de Costa Rica.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
