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El campeón entre los descartados

 

(MIÉRCOLES 26 DE MAYO, 2021-EL JORNAL). En Fútbol, dinámica de lo impensado»,  Dante Panzeri se pregunta: ¿quién sabe de fútbol? y concluye que aquellos sabihondos son solo eso, gente que presume en la tribuna para que le lancen flores.

Saprissa y Herediano no figuraban en las quiñelas para ser campeones. En ese primerísimo lugar estaba la Liga, a la que se deba por vencedora, con lo cual se olvidaba ese rasgo esencial del que hablaba Panzeri en su libro– hoy biblia de culto para quienes gustan escudriñar en la grandeza y en el misterio de este deporte único—y que consiste en que una vez que la pelota corre con el pitazo inicial, el fútbol se convierte en un universo en sí mismo, en el que no valen los cálculos, se hacen añico los pronósticos y del cielo pueden llover mariposas amarillas, como si estuviéramos en la primavera infinita de Macondo.

Saprissa, el peor de los clasificados a segunda ronda, como lo confirmaban los puntos obtenidos y el juego desplepago, está a un paso de obtener su título 36. ¿Cómo ha sido posible esa metaformosis en cuestión de días? Quizá porque los jugadores entendieron que más allá de la técnica y el talento, la táctica y la estrategia, debe haber el compromiso de dar ese paso de más, que no basta con cumplir, con sudar simplemente, que a ese sudor hay que agregarle jirones de alma, que no se puede dudar si se llega a la cobertura en defensa, que hay que intentar hacerla, que el cálculo y la reflexión es para cuando suene el pitazo final, porque durante el desarrollo del juego, a los primeros elementos enumerados, hay que agregarles corazón y sentimiento por el escudo que se defiende.

Lo dicho para el Saprissa es también válido para el resto de equipos, incluido Herediano, que a partir de un juego conservador de su técnico Luis Marín es también legítimo aspirante después de haber sido descartado como uno de los favoritos del torneo.

Saprissa y Herediano han demostrado que aquella frase de José Ortega y Gasset, en el bellísimo ensayo Las meditaciones del Quijote, es más real que nunca: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”.

Ambos equipos entendieron que por presupuesto, por tradición, por afición y por historia no podían seguir arrastrándose en el torneo, en el que habían jugado con tanta mediocridad.

Entonces fue cuando sucedió el “milagro” de revisar su circunstancia para darse cuenta de que tenían mucho más fútbol del hasta ahora exhibido, sacaron fuerzas de flaqueza, reactivaron el orgullo, y hoy alguno de los dos celebrará mientras los manudos se preguntarán cómo fue posible no estar ellos en el centro de la celebración.

Señores, como diría un técnico nacional, esto es fútbol. Y el fútbol es el arte de lo imprevisto, y es tan incierto como la vida misma, en un ambiente en el que resuena aquella frase de Mateo 20:1-16: “Los últimos serán los primeros”, mientras Saprissa o Herediano irán camino al podio.

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 Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez

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