(JUEVES 11 DE MARZO, 2021-EL JORNAL). El salto que dio Keylor Navas de Pedregoso de Pérez Zeledón al primer mundo solo tiene una explicación viable: su convicción absoluta de que podía llegar a lo más alto.
Y es en este punto donde debemos detenernos para reflexionar, para no quedarnos solo con la parada del momento y ese instante cumbre en que le detiene el penal a Lionel Messi.
Lo trascendente es determinar cómo este joven, con circunstancias adversas, y alejado del centro político y económico de Costa Rica, emergió “de la nada” y se convirtió en portero de Saprissa, Albacete, Levante, Real Madrid y Paris Saint Germain.
El psicólogo y motivador Juan Carlos Campillo, quien ha trabajado con muchos deportistas de élite, sostiene en su libro “El entrenador mental”: “Lo que tu mente puede hacer por ti, aún no lo sabe ni la ciencia”.
Así que para que esa postal cobre vida y se vea a Keylor Navas volando en pos de detener el remate de Messi, es necesario, en el silencio de los silencios, haber creído que se puede llegar alto.
Le sucedió a Franklin Chang Díaz, quien en incontables ocasiones se subía al techo de su casa en Venezuela con su hermana, y entre ambos soñaban con hurgar las estrellas en el espacio infinito. Tras muchas jornadas de estudio, trabajo y disciplina, se convirtió junto con el estadounidense Jerry Ross, en el astronauta con más vuelos al espacio, con un total de siete.
Cada logro, en cada campo, se puede obtener si los protagonistas se ponen metas altas. De ahí que la dirigencia del fútbol costarricense debería de tomar nota y soñar con que en Pedregoso, en Palmar Sur, en Pérez Zeledón, en Liberia, en Cieneguita, en el Roble de Puntarenas, y en muchos rincones más del país, hay un Navas en potencia en espera de una oportunidad.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.