Les presentamos la tercera parte de los ensayos sobre la «Conducta animal del hombre»

Aquí puede consultar La conducta animal del hombre-Parte I y  La conducta animal del hombre-Parte II

Dr. Juan Jaramillo Antillón*

 

Hasta hace pocos años se aceptaba que la conducta humana era adquirida, resultado de las influencias de tipo educativo y social desde que se nace. Hoy se acepta que en la conducta influyen también aspectos genéticos o heredados que se expresan con el tiempo. De tal forma que biología y cultura, o genes y experiencia, conforman al ser humano.

El desarrollo y los cambios naturales que sufren en la Tierra los organismos vivos a través de millones de años, desde las formas más primitivas hasta otras completamente diferentes y a veces más avanzadas, en la que participan la llamada selección natural de Charles Darwin y los cambios genéticos al azar, es lo que se ha calificado como evolución de las especies. Charles Darwin señalaba que nacen más individuos de los que pueden sobrevivir y que algunos factores determinarán quiénes vivirán y se reproducirán y quiénes morirán reproduciéndose poco y por lo que disminuirán hasta extinguirse.

La selección natural es como una adaptación pasiva mediante la supervivencia diferencial de los animales más aptos, después de períodos bastante largos. Debido a los cambios que sufren algunos mediante adaptaciones, emergerán nuevas especies en un proceso lento y gradual.

Darwin destacaba la enorme similitud existente al inicio de los embriones de los mamíferos, las aves, los reptiles y los peces, como se muestra en la figura 1.

 

 Sin embargo, cuando Darwin escribió su trabajo, las causas de la herencia eran un misterio. No fue sino hasta que luego aparecieron los trabajos de Gregorio Mendel con los chicharos y sus cruces, que se incorporó a la biología las reglas básicas de la herencia y las mutaciones de los genes al azar.

La genética resultó compatible y complementaria de la teoría de Darwin, que incluía a la selección natural, que hablaba de la supervivencia del más apto (no del más fuerte), en la lucha por subsistir; y la superpoblación de muchos grupos de animales y plantas que tienden a producir más descendientes que los que pueden sobrevivir,y la variabilidad, la cual indica que en todas las especies existen variables de estructura y función corporal, diferencias que resultan relevantes. Aquí están las condicionadas por el medio, es decir, por el hábitat y las ocasionadas por la herencia o cambios genéticos. Cuando Watson y Crick descubrieron el ADN y descifraron el código genético, se vino a saber que todas las plantas y animales tienen en el interior de sus células un ácido desoxirribonucleico (ADN) y el ácido ribonucleico (ARN), que con el tiempo dan lugar a los cromosomas, en cuyo interior están los genes de la herencia, y que varían según cada organismo.

Hace millones de años, un gran asteroide chocó con la Tierra y como consecuencia de ello, la mayoría de las especies se extinguieron, entre ellos los dinosaurios, que por millones de años fueron la especie dominant. Como resultado de lo ocurrido, quedó un grupo de animales pequeños llamados mamíferos. Si este choque con el asteroide no se hubiera producido, es posible que los primates, luego los antropoides y máss tarde el ser humano, no hubieran aparecido.

La vida ha existido durante decenas de millones de años y las especies han aparecido y desaparecido durante ese tiempo. Los primeros animales unicelulares que existieron eran parecidos a los paramecios o a la ameba (similar a la actual) y otros. Poco a poco se fue dando la vida vegetal y animal al formarse millones de años después los animales multicelulares, de esa forma, de lo más simple a los más complejo, de los microbios a los seres superiores, fue transcurriendo la evolución, donde el ADN y el ARN y sus genes, en una secuencia de miles de nucleótidos que codifican una función determinada y fabrican todos los aminoácidos necesarios para formar las proteínas que forman a los diferentes organismos. Un gen puede tener una sola función o unirse usualmente a otros para cumplir diversas funciones.

Poco a poco, se fue dando la vida vegetal y animal al formarse millones de años después los animales multicelulares, como los protozoarios, los anfibios y los peces. Algunos de ellos como los crosopterigios abandonaron las aguas y se arrastraron sobre sus aletas en la tierra. Siguieron luego los batracios, los reptiles, los marsupiales y los mamíferos, inicialmente pequeños, los cráneos de ellos revelan que tenían cerebros relativamente grandes, en proporción a su peso y a sus cuerpos, por lo que tenían ya una inteligencia superior a los otros animales.

Hace 60 millones de años aparecieron los restantes mamíferos como los monotremas o mamíferos ponedores de huevos, donde la hembra pone los huevos al igual que los reptiles y los pájaros. Son el grupo más primitivos y aún se encuentran en Australia el equidna y el ornitorrinco (mezcla de mamífero, ave y reptil) que son ejemplos de estos.

Este último animal –ornitorrinco– es un testimonio vivo de los cambios sufridos hace millones de años para dar origen a este grupo de vertebrados, su ADN contiene 52 cromosomas (más que los humanos que tienen 46) pero solamente 18.500 genes, entre ellos genes de mamífero, ave y reptil (menos que los humanos más de 20 mil). Además, tiene 10 cromosomas que determinan el sexo; en el caso del macho su genoma tiene cinco cromosomas XY, mientras que la hembra tiene cinco cromosomas XX. En el ser humano el macho (hombre) contiene solo uno XY y la hembra (mujer) uno X.

El segundo grupo es el de los marsupiales o animales de bolas como el canguro y el koala, los que al nacer pasan de la matriz de la madre a la bolsa que estas poseen por varias semanas y ahí se amamantan. El tercer grupo es el de los mamíferos llamados placentarios, los cuales poseen una membrana o placenta adherida a la matriz de la madre, por donde se alimenta el embrión y el feto antes de nacer.

De esta forma, de lo simple a lo complejo, de los microbios a los seres superiores, fue transcurriendo la evolución biológica. Los mamíferos placentarios se dividen en 16 órdenes diferentes entre los que están los roedores, los carnívoros, los cetáceos y finalmente los primates, estos dieron origen a los monos, los simios y al ser humano.

Carl Linneo, biólogo del siglo XVIII, fundó la ciencia de la taxonomía y de acuerdo con sus investigaciones, el hombre se puede clasificar perteneciendo al “Reino animal”, Phylum de los cordados. Clase: mamífero. Orden de los primates. Familia de los homínidos. Género; Homo y Especie: Sapiens. Una especie es un grupo de animales o plantas capaces de cruzarse para producir descendientes fértiles. Los sapiens o seres humanos “todos” formamos la especie humana, aunque tengamos ciertas características físicas diferentes como: tamaño, color de la piel, de los ojos, del pelo, etc. En el planeta Tierra solo hay una raza humana. La figura 2 nos muestra el árbol de los primates.

 

 

Hoy sabemos que las células de todos los seres vivos, ya sea animales o plantas, tienen unas moléculas similares, el ADN y ARN de sus núcleos y que contienen el código genético. Esto nos está hablando claramente de una continuidad genética y de que todos somos parientes y descendemos de un antepasado común, algo que ya Darwin había sospechado. La figura 3 nos muestra una célula, un cromosoma y un gen.

 

El genoma humano es el conjunto de genes humanos 20.000 o más, contenidos en 23 pares de cromosomas distintos numerados del 1 al 22 (somáticos) y un par más, el 23 o sexual donde están los cromosomas sexuales, dos grandes XX de la mujer y un X grande y uno pequeño Y en los hombres. Estos dos últimos definen el sexo de las personas; el Y es el gen que posee el gen masculino y el X el femenino.

Dos XX dan una hembra (mujer), XY dan un macho (hombre). La mitad de los genes de un ser humano proceden de la madre y la otra mitad del padre. Sin embargo, no todos los genes proceden de los 23 pares de cromosomas, algunos habitan en las mitocondrias (que se encuentran en él protoplasma de las células) y son trasmitidos solo por la madre.

 Los genes, actuando en conjunto dan lugar a la construcción de un ser humano (su fisiología, su anatomía, etc.). La figura 4 nos muestra los cromosomas de los chimpancés y el de los humanos. Los conocimientos genéticos actuales nos muestran que los chimpancés resultan ser el pariente más próximo al hombre en el mundo animal, pues tiene un 99% de semejanza en el genoma. No obstante, muchos genes en el ser humano tienen funciones diferentes a los de estos simios.

 

 

HERENCIA Y CULTURA

 

En la actualidad, muchos expertos en el campo de la conducta humana aceptan que diversos comportamientos en las personas como los de tipo emocional, autocontrol en diferentes circunstancias, buen o mal comportamiento social como la agresividad, etc., poseen aspectos heredados y adquiridos o culturales.

La realidad es que los genes, como ya vimos, son los que dan lugar a la aparición del ser humano, su embriología, anatomía y fisiología. Todo lo que poseemos, cuerpo, cara, cabeza, ojos, color de la piel, cerebro, corazón, hígado etc., lo han formado los cromosomas y los genes transmitidos por el espermatozoide, que al unirse con los cromosomas y genes del óvulo dan lugar a los seres humanos.

Los animales y las personas poseen mecanismos o respuestas innatas desde que se nace (herencia biológica). El niño al nacer llora o mama del pezón sin necesidad de experiencia o enseñanza previa. Un chimpancé igual en cuanto a mamar. Un ciervo o caballo recién nacido se para y camina sin que nadie le enseñe. Por otro lado, está la conducta debida a mecanismos adquiridos por la experiencia tenida o los ejemplos recibidos, a estos se les llama también sociales o culturales; escribir, manejar una bicicleta, un automóvil, etc.

Usualmente, suele haber una clara interrelación entre la herencia biológica y la social o entre la cultural y la adquirida. Como ya señalamos, la conducta humana está influenciada por la educación y la experiencia; es decir, la cultura que se posea. Pero también es realmente cierto que el comportamiento humano tiene su origen en la mente o cerebro; o sea, en la biología, que es producto de la evolución. Pero la cultura o herencia social no tiene por qué estar en contradicción con la herencia genética, simplemente se complementan, ya que la cultura se convirtió en un mecanismo adquirido de adaptación del ser humano al ambiente para mejor sobrevivir. Por otro lado, el ambiente es indispensable en muchos sentidos, para que los seres puedan desarrollar sus capacidades.

En el capítulo anterior se explicaron los principales procesos o conductas innatas o heredadas, y las aprendidas o sociales llamadas también culturales.

En todo caso, ambos procesos son producto de la llamada mente o lo que es lo mismo, el cerebro funcionando. Esta incluye a la consciencia, la cual representa el conocimiento inmediato temprano que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones. Es la capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y relacionarse con ella. Por otra parte, la llamada intuición es la capacidad o facultad que tiene la mente de comprender cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento, con estímulos externos o sin ellos.

He señalado lo anterior, porque al hablar de la conducta o comportamiento humano, debe tenerse muy claro dicha situación. Gracias al cerebro el hombre puede desarrollar su creatividad. Este es el lugar donde increíblemente la materia (neuronas) y la producción de sustancias químicas, se transforman en conciencia.

 Es en el cerebro o para mejor decir en su mente, donde se elaboran las pautas de conducta conocidas. El cerebro es algo material, lo podemos ver, tocar, cortar, analizar sus componentes al microscopio. Pero la mente es algo abstracto (no se ve, no se puede tocar, etc.), resultado como dijimos del funcionamiento cerebral y solo podemos decir que existe cuando analizamos el cerebro bajo estímulos y visualizados, y fotografiados mediante una TAC o una resonancia magnética y otros estudios más, los cuales nos muestran el pensamiento humano en diferentes facetas.

Estos estudios del funcionamiento cerebral nos indican que si bien el pensamiento es producido por la mente, la forma como pensamos y elaboramos ideas modifica también al cerebro; o sea, nos muestra que este no es un órgano estático sino dinámico. Cada recuerdo, vivencia, emoción o reflexión que experimentamos y tratamos de resolver, representa un cambio en las estructuras de la función cerebral, ya que se crean nuevas interconexiones entre las neuronas de diferentes partes del cerebro.

El ser humano es el único animal dominado por experiencias y ejemplos adquiridos después de su nacimiento, los cuales se han fijado en el cerebro para darnos pautas para actuar, debido a que su inteligencia y capacidad de razonar nos liberó de los mandos genéticos y nos permite tener libre albedrío para decidir qué hacer en determinadas circunstancias.

Los humanos estamos dotados de sexualidad en parte innata (gen egoísta), para ser atraídos por el sexo opuesto, tener relaciones sexuales y reproducirnos (esta es una ley de la evolución de los diferentes seres de la tierra); sin embargo, algunas personas, como los sacerdotes, teóricamente renuncian al placer sexual y a tener hijos ejerciendo su libre albedrío.

El libre albedrío no puede proceder de los genes como una conducta innata, ya que entonces estaríamos determinados en ese aspecto y no tendríamos la facultad de elegir. Este libre albedrío tiene su origen en la mente, en relación con experiencias y ejemplos que se hayan recibido durante la niñez, la juventud y el resto de la vida, y con la reflexión que el cerebro hace de las experiencias para así tomar decisiones en un momento determinado.

Si nuestras acciones están determinadas, no somos responsables de ellas, y si son fortuitas o al azar, tampoco somos responsables de ellas. La realidad es que en la medida en que actuamos conforme a nuestro carácter y educación, somos responsables de nuestro proceder.

Los sentimientos y emociones están en su mayoría controlados por el sistema límbico (hipotálamo, hipófisis, amígdala), la parte más antigua de los mamíferos; el pensamiento y la reflexión por la corteza cerebral, la parte más externa y de más reciente evolución.

Empero, aceptamos que los estudios genéticos y de la conducta de los últimos años muestran ciertamente que, en una u otra forma, los genes influyen en la conducta, aunque el entorno en que vive y las experiencias y ejemplos que adquiere un niño y un joven parecen ser más determinantes para moldear una personalidad.

Pensar y sentir forman una unidad inseparable en la mente de cada persona, ya que se necesita razonar para poder comprender e interpretar los problemas de nuestro medio y al mismo tiempo eso despierta en nosotros emociones. Hay, entonces, un funcionamiento combinado de la razón y las emociones. Las emociones serían fundamentales para el pensamiento racional y este es importante en el control de las emociones. Entre las emociones o sensaciones básicas e innatas están la sed, el hambre, el miedo, la huida, la ira o agresividad, y la sexualidad.

Otras emociones básicas son el temor, la tristeza, la indignación y el rechazo. Todo esto formaría el equipamiento básico emocional e innato que forman parte de nosotros, querámoslo o no. Por ejemplo, la agresión era innata y necesaria para que el ser humano se alimentara o se defendiera, según fuera el caso en la antigüedad remota, amén de necesario para defenderse él y a su familia. Un hecho evidente es que los machos de la especie humana son más agresivos que las hembras, lo cual se debe a la hormona testosterona, mucho más elevada en estos que en las mujeres.

Es importante recordar que la agresividad en todo el reino animal y hasta en las personas está relacionada con las hormonas sexuales, si se elimina la fuente de la testosterona, la agresividad disminuye entre los mamíferos castrados, incluyendo al hombre. Si se les da esta hormona, la agresión se reanuda. Si se les da estrógenos a los hombres, la agresión disminuye y se vuelven más pacíficos. Así pues, la agresión, la dominación, la territorialidad y el impulso sexual de los primates, incluyendo al hombre, están mediados, como en la mayoría de los mamíferos, por la testosterona.

Con el pasar del tiempo, la agresividad humana, mal controlada por la reflexión (la corteza) y ayudada por ejemplos, fue convertida por los humanos en violencia de guerras, donde no solo se asesina a niños, inválidos y viejos, sino que se destruyen las ciudades, fábricas, hospitales y carreteras. Todo para con ello obtener, territorios, riquezas y muchas cosas más. Sin embargo, la territorialidad, el asesinato y la guerra no son fenómenos exclusivos del hombre, se han visto entre algunos grupos de simios, y las hormigas tienen esclavos y hacen la guerra a otros grupos hasta el exterminio.

Por otro lado, se señala que los humanos han defendido la monogamia como parte de su moral o el ideal de un buen matrimonio; pero los gibones, los lobos, y muchas aves son monógamas y se emparejan para toda la vida.

 

*El autor es Expresidente y miembro de número de la Academia Nacional de Medicina – Exministro de Salud- Premio Nacional de Ensayo “Aquileo Echeverria” 1992 – Distinguished Health Medical Consortium 1998. Por las Escuelas de Medicina de los Estados Unidos y Canadá. Premio Nacional de Cultura Magón 2015. Catedrático de la Escuela de Medicina de la UCR – Profesor Emérito de la UCR. Premio a la excelencia en Salud Pública por el Ministerio de Salud y el Gobierno de CR. 2010. Autor de 38 libros.

 

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