(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 05 DE DICIEMBRE, 2016-EL JORNAL). En la novela magistral de Gabriel García Márquez todo el pueblo sabe que van a matar a Santiago Nasar, el protagonista, incluso sus asesinos hacen todo lo posible para que alguien tenga la caridad de avisarle a la futura víctima.
El titular del Nobel no solo es uno de los más copiados y repetidos en los últimos treinta años, sino que es una historia que ha sido llevada al cine y al teatro, pero que encierra dentro de sí una verdad amarga.
Lo que realmente asombra es que esa “Crónica de una muerte anunciada” se sigue repitiendo día con día y la sociedad, cuando tiene que enfrentar la realidad de frente, mira para otro lado.
El hombre antiguo, cuando no lograba explicarse los fenómenos naturales, recurría al mito y a la religión, en una afán de encontrar sentido a lo que ocurría a su alrededor. En los comienzos del siglo XX ese proceder ya no es válido.
Frases como “tenía que suceder”, “lo que tiene que pasar pasa”, “Dios sabe lo que hace”, etc., etc. son simplemente un elogio a la irresponsabilidad y a la mirada oscura, como en tiempos de la edad media.
Nuestras sociedades deben ser más comprometidades y responsables con temas tan delicados como la violencia familiar, el machismo, el maltrato a los ancianos, la drogadicción y el alcoholismo, que carcomen y solo llevan dolor y desgracia a las familias.
Una sociedad hipócrita que cree que con dulces palabras se puede tapar el agujero descomunal del dolor, solo proyecta la imagen de un ciego guiando a otro ciego. ¿Dónde terminará?
No les parece, pregunto, de que ya es hora de dejar de lado el bendito titular del maestro García Márquez y en vez de refugiarnos en esa crónica de una muerte anunciada, cada uno de nosotros, y la sociedad como tal, deberíamos asumir la cuota de responsabilidad y compromiso que nos toca, para ofrecerles a los niños y jóvenes de hoy, una perspectiva de futuro y esperanza.
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*El autor es director de EL JORNAL