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COLABORADOR… ¿Colaborador?

Pablo Salazar*

POR PABLO SALAZAR CARVAJAL

(MARTES 16 DE MAYO 2023-EL JORNAL). No hay palabra, ni locución, ni discurso que se pueda entender sin su contexto y sin su intención.

Un «¡hijueputa!», por ejemplo, puede ser desde sustantivo a adjetivo. Puede ser un insulto monstruoso o una expresión de alegría inenarrable. Puede expresar asombro, enojo, sorpresa o admiración. Un presidente es despreciable y, ¡op!, se le encaja el epíteto; un futbolista es de una habilidad extraordinaria y, ¡zas!, ahí le va la palabrita… En fin, el contexto.

Ahora, con este inicio, de dudosa elegancia, quiero referirme al término —que en prensa, juridicidades y comunicaciones de cierta oficialidad se ve cada vez más a menudo— «colaborador(a)», y como procuran convertirlo en sinónimo de «trabajador(a)».

«Señor patrono, sus colaboradores cometerán una falta que justifica el despido si…»; «A los colaboradores de la empresa se les podrá pedir…»; «El registro de las horas extra de sus colaboradores podrá ser sometido a revisión…». Expresiones similares, decenas, y decenas, y decenas de veces se escuchan en eso que los afectados llaman los «mass media».

Se coincidirá con que un ‘colaborador’ es quien «trabaja con otra u otras personas en la realización de una obra», en un contexto en que no hay pago según lo que se entiende como subordinación laboral.

Por su parte, siempre en el contexto laboral y desde hace más de 100 años, vemos que el concepto de ‘trabajador’ es el que comprende a la persona física que presta sus servicios en virtud de un contrato de trabajo; con obligaciones… y con sus derechos, verdad.

Prueba de estas palpables y sólidas diferencias me la da el relato de una querida amiga cuando me contó que, en una asesoría, ella (en ese momento consideraba la sinonimia) le dijo a la asesorada: «Bueno, pero ¿sus colaboradores estarán de acuerdo?…» Y la señora —la asesorada era una señora, sí—, antes de contestar, le aclaró: «¡Ah! «colaboradores» no: aquí a todo mundo se le paga».

Y es que esa es la idea: a un trabajador se le paga y se le pueden dar órdenes concernientes a las labores que realiza o realizará. A un colaborador se le invita a almorzar, un cafecito tal vez, y opinará, ese que colabora, con total libertad —o desparpajo, si es el caso— acerca de cómo se está realizando la obra. Esos son los contextos. Ello por no ahondar en el aspecto psicológico de que cuando a uno se le pide una ‘colaboración’ será más difícil decir que no. Si uno es un trabajador y le piden que se quede trabajando después de la hora de salida, tendrá un mayor sustento (en caso de no estar en peligro de perder el trabajo, claro), para poner condiciones y así continuar con las labores requeridas.

Ahora, ¿cómo habrá comenzado eso de llamar a un trabajador, ‘colaborador’? ¿Será que el ocurrente se dijo —y les dijo a otros que le hicieron caso— que un trabajador se sentirá mejor si es llamado ‘colaborador’ y no ‘trabajador’, puesto que se situará, psicológicamente, en una posición en la cual no se le dan órdenes, porque el patrono dejará de ser el jefe, o quien manda, y será «un compa» con el que se colabora para producir? (Eso sí: el producto, las ganancias no serán parejas entre los «colaboradores» dueños; y los «colaboradores» asalariados). ¿Podrá ser, también, que se ha dado una degradación, de algo que fue visto positivamente, y que ser ‘trabajador’, hoy día, es vergonzoso?

Si fue así, o similarmente, es manipulación lingüística, pura y llana y, quien la practica, será mala persona. Ahora, si se hace sin pensar mucho y simplemente porque así lo dice todo el mundo, será una persona negligente en el decir. Ninguna de las dos opciones me parece buena.

Cerremos —que es ya mucho hablar para expresar la obviedad de que no es lo mismo «colaborar con…» que «trabajar para…»— con que el colaborador de una empresa puede ser el proveedor de la materia prima; puede ser el que da en alquiler el local; un transportista pude ser «colaborador»; todo esto sin dejar por fuera a quien es el «colaborador» estrella de toda actividad lucrativa: el cliente.

 

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