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Casta de campeón

(LUNES 21 DE DICIEMBRE, 2020-EL JORNAL). En una deliciosa conversación, este domingo 20 de diciembre en El País, entre Vicente del Bosque y José Luis Mendilibar, actual entrenador del Eibar, el exseleccionador español le dice a su colega:

–La imagen que tengo del Mendilibar jugador era la de un futbolista muy técnico, de mucha calidad, centrocampista avanzado pero un poco frío.

A lo que Mendilibar replica: –Es verdad. Era tecniquillo, rapidilloEra todo en illo. No me daba para llegar a Primera. Me faltaba un poco, bueno, bastante casta. Desde que comencé a entrenar en Preferente, mi pensamiento fue que a esos que son tecniquillos y rapidillos les tengo que imprimir la casta para que lleguen donde no llegué yo.

Ahí está, escondida entre las confesiones, la palabra clave: casta.

Casta entendida como ese convencimiento de que se puede cruzar el mar. De que el mar, como en los tiempos bíblicos, se puede abrir para que pase la caravana y de inmediato se vuelve a cerrar tras el milagro.

Sobre Alajuelense existían muchas dudas. Dudas que eran, sobre todo, por el carácter, por la casta de sus jugadores y no tanto por sus atributos futbolísticos. Es decir, el desafío pasaba por la mente y no por los pies.

Se cuestionaba también la casta del entrenador. Si sabía o no dirigir al equipo en los momentos cumbres. Ante Herediano los rojinegros despejaron todas las dudas. La conjunción de fútbol y mentalidad se sincronizó a las mil maravillas para producir a un campeón sólido, que venció a su adversario en los dos encuentros y terminó con la portería en cero.

Andrés Carevic y sus muchachos se graduaron con honores en el Año de la Pandemia. Un ejemplo de esa casta a la que apelaban Del Bosque y Mendilibar la dio Bryan Ruiz, cuando el fútbol no le alcanzaba, estaba la disposición de correr, marcar, sacrificarse en el campo. Y si un joven como Jurgens Montenegro ve a su capitán en esa faena, eso se contagia de inmediato. Lo mismo sucedía con Alonso Martínez y en medio de ellos Jonathan Moya, quien le ponía el sello con goles a todo aquel esfuerzo y simbolismo de su equipo.

La Liga es un campeón con todas las luces. Se lo ganó en la cancha con un fútbol dinámico, con variantes, con gol, y con la convicción necesaria para pasar de la teoría a la práctica.

La unión de todos esos factores no es fácil, máxime luego de tropiezos durante siete años consecutivos, y en los últimos dos con dramas como aquel gol agónico de Yendry Ruiz cuando ya el equipo se preparaba para el festejo.

El fútbol, como la vida, da revanchas, siempre y cuando se mantenga la mística y el trabajo como faros que iluminen el sendero. Ahh, y si a ello se le agrega la casta que mueve montañas, esta columna la firmarían complacidos Vicente Del Bosque y José Luis Mendilibar y estarían convecidos de que la Liga recobró la casta de campeón.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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