(MIÉRCOLES 22 DE JUNIO -2022- EL JORNAL). Los partidos van mucho más allá de la táctica y la estrategia aunque muchas veces no se quiera reconocer. Sin ellas, cualquier equipo se extravía, per para ganar series se requieren otros ingredientes como el carácter y la sagacidad para responder a situaciones adversas.
Cartaginés lo hizo en el Estadio Nacional ante Herediano en un juego con un arbitraje absolutamente deficiente y permisivo –no hablo de las expulsiones—por parte de Benjamín Pineda, quien extrañamente no sacaba tarjetas a los florenses pese a la evidencia de las acciones.
Contra esa situación arbitral, contra la desventaja, contra el hecho de tener un jugador menos muy temprano en el encuentro, los blanquiazules supieron imponerse.
En la hora grande hay que dar el paso. La historia refiere que Juan Santamaría lo dio para quemar el mesón de los filibusteros. Cuando todo el mundo pedía la rendición de Inglaterra ante Alemania en la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill removió conciencias y pidió sacrificio a todos y cada uno de sus conciudadanos.
No comparo el diminuto universo de un partido como el de ayer con las gestas citadas, pero en todas ellas brilló el carácter de quienes dieron ese paso adelante.
Contra su propia historia, Cartaginés demostró que puede pelear en las alturas, que su sueño de volver a ser campeón ahora está al alcance de dos finales.
No son promesas vagas, son realidades al alcance de un grupo que puede alcanzarlo. Frente a los heredianos, los brumosos dieron el golpe certero y preciso que dan los grandes boxeadores.
Ahora está de por medio la coherencia con lo hecho: que luchen cada milímetro, que demuestren que aquello de las Cartagadas y del Cartaguito es cosa del pasado.
¿Quién dará el paso al frente en el bando blanquiazul? ¿Quién quemará el mesón tosco de la historia brumosa?
Una afición espera ilusionada el siguiente paso que le espera al Cartaginés.
