(VIERNES 02 DE JUNIO, 2021-EL JORNAL). El fútbol, que hace rato se convirtió en un negocio redondo para pocos sectores, puede volverse rentable en un país como Costa Rica si la dirigencia nacional llega a un gran pacto y decide, de verdad, invertir en las ligas menores.
Es cuento largo y gastado, con párrafos repetidos, con circunloquios innecesarios y con promesas incumplidas en el 99 por ciento de las veces, pero el día en que nuestro país se decida a tomar en serio las ligas menores, habrá encontrado El Dorado que tanto persiguieron los españoles en esta América Latina de invenciones y ensueños.
Luis Fernando Suárez sorprendió al hablar del joven Jewisson Bennet— cuyo padre futbolista lleva el mismo nombre–, quien para el seleccionador es un talento nato.
Como Bennet, deben de haber muchos jugadores esperando que alguien con formación y propiedad les abra una puerta.
El propio Rolando Villalobos, que conoce bien a Bennet, ha dicho que el defensa Daniel Salas es otro talento en las filas del Herediano.
En las ligas menores está el semillero y el negocio, pero para cosechar talentos de alto calibre hay que invertir en buenos entrenadores, bien pagados, en buenas canchas para entrenar y en fogueos adecuados para darles vuelo a los futuros jugadores.
Mientras no se vuelva la mirada a ese campo, Costa Rica seguirá siendo una Selección discreta, como lo ha sido tantas veces, con las honrosas excepciones de Italia 90 y la de Brasil 2014.
Para aprovechar las ligas menores se requiere visión, compromiso y sobre todo inversión inteligente.
Con visión en una década Costa Rica podría ubicarse en un lugar insospechado con sus numerosos talentos. Hoy, quien fuera un talento en su momento, como Rónald Gómez, fue rescatado de Pilas de Canjel, es el mejor ejemplo de que ahí, en las ligas menores, está el futuro del fútbol nacional.
Decir lo contrario, es vender humo, una profesión en pleno augue en la Costa Rica carnavalesca.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.