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Big Bang en el Saprissa

(LUNES 17 DE MAYO, 2021-EL JORNAL). Con los pronósticos abrumadoramente a favor de Alajuelense, en el estadio Ricardo Saprissa se dio un nuevo comienzo de los tiempos, y de la oscuridad profunda surgió una explosión de júbilo morado que duró media hora, hasta que la Liga dejó de ser testigo y compareció en la cancha.

Fue el Big Bang y toda la materia, transformada en caos, le permitió a Saprissa sacar provecho de esos primeros 23 minutos de confusión, en los cuales los manudos  naufragaron a vela abierta.

Noche de aciertos, errores, sorpresas, expulsiones, penales, panenkas fallidos y expulsiones torpes: un clásico desbocado al que el único ingrediente que le faltó fue el público. Solo basta pararse a imaginar ese partido con 18.000 almas en la grada.

Celebración del fútbol. Fue un clásico en toda dimensión, porque los yerros son parte integral del balompié. Solo quienes son capaces de jugar a las postalitas y a los cromos dicen que fue un mal partido.

No hay que olvidar que es fútbol, una actividad humana marcada por la inexactitud, las intuciones y las emociones a tope, sobre todo, cuando el débil, que en este caso era el Saprissa, reescribía momentáneamente la eterna metáfora entre David y Goliat.

Del caos de esa explosión inicial que significó el clamoroso error de Daniel Moreira, el Saprissa hizo caja, hasta que la pelota pasó por los pies de Ruiz y López y se volvió a ver a un equipo morado endeble, con unos callejones por el centro de la defensa por donde pueden pasar todos los vagones del metro de México o el Ave de Madrid.

Según Kar Von Clausewitz, maestro del arte de la táctica y la estrategia en la guerra, hay dos maneras de hurgar en el poder de resistencia del adversario: por “la magnitud de los medios con que el oponente cuenta y la fuerza de su voluntad”.

El primer factor se puede medir, pero el segundo –la voluntad— es imposible , y con este elemento jugaron los morados, quienes supieron resistir con uñas y dientes.

Tras las goleadas recibidas y una humillación más en el horizonte, Saprissa salió a la batalla con una convicción que ni por asomo había mostrado en el torneo, aunque quizá sepa que el ganar la serie es otra historia.

Big Bang en el Ricardo Saprissa: explosión de emociones, imprevisibilidad, aciertos y errores por doquier, en una noche de fútbol ÉPICA y sin apelaciones.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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