(SAN JOSÉ, COSTA RICA, JUEVES 13 DE AGOSTO, 2020-EL JORNAL). Milagro, descuido, azar, sorpresa: el final del PSG-Atalanta fue un volcán de situaciones inesperadas en tan solo tres minutos, lo que hace al fútbol el deporte más imprevisible y extraordinario del planeta.
La planificación, la táctica y la estrategia son elementos esenciales, pero el fútbol es practicado por seres humanos que además de tomar decisiones en milésimas de segundo, tienen que jugar ese deporte con los pies.
Suena a verdad de perogrullo, pero no la es: la dificultad de jugar al fútbol es enorme, lo que aunado con los factores citados anteriormente, hacen que esta disciplina sea ardua y maravillosa a la vez.
El trago amargo le ha tocado al Atalanta de Gian Piero Gasperini que estuvo a punto de dar un golpe en la mesa en una temporada sensacional, en la que terminaron terceros en el Calcio, con 98 goles anotados y clasificados para la próxima Champions.
El partido, no obstante, recuerda otra gran verdad: que el fútbol es como una obra de teatro y esa obra no es buena ni mala hasta que se baja el telón. Ahora el Atalanta no podrá decir jugamos con inteligencia 90 minutos y merecíamos más. El telón no se había bajado, aunque mentalmente es posible que los futbolistas italianos se vieran ya en las seminifinales.
Toda esa deriva, ese azar, esa imprevisibilidad, de la que dio un curso completo en 1967 el gran periodista Dante Panzeri en su libro –hoy ejemplar de colección—Fútbol, Dinámica de lo impensado, marcó ese final shakesperiano con Marquinhos y Eric Maxim Choupo-Moting como protagonistas.
Es así como las casas de apuestas se vuelven locas, fallan los pronósticos y los técnicos regresan a revisar apuntes a ver en qué se equivocaron sin conseguir una explicación razonable.
Lo de ayer en Lisboa ha sucedido muchas veces, cuando en el cierre la película sufre un giro inesperado que deja a los espectadores con la lógica por los suelos.
He ahí la belleza suprema de este deporte llamado fútbol, que en torneos como la Champions sube los decibeles para que el sonido llegue hasta las estrellas.
*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez