(JUEVES 17 DE NOVIEMBRE 2022-EL JORNAL). La sorpresa ha saltado por los aires iraquíes: se suspende el juego ante la negativa de Costa Rica de entregar los pasaportes, porque eso rompía los términos establecidos en el contrato con los asiáticos.
Es imposible conocer el fondo del asunto, pero lo que hay en la superficie deja claro que es una pifia de Costa Rica a tan solo seis días de su debut ante España, que no tuvo ningún problema burocrático para enfrentar a Jordania.
Lo de nuestra Selección evidencia que todavía somos un país del tercer mundo, que se comporta como tal contra su par que lo hace de la misma manera.
Un seleccionado que va para un Mundial debería tener más jerarquías y por un asunto como el referido no debería suspenderse ningún amistoso.
El traslado a la frontera con Irak desde Kuwait, la pérdida del partido y por extensión de un día de entrenamiento. La confusión que, se quiera o no genera una situacón anómala con el no ingreso a territorio a Iraquí, es una carga innecesaria para un equipo mundialista.
Es un balón al aire. Un error de cálculo. Faltó, en todo caso, capacidad de resolución.
Según prensa destacada en Kuwait, lo que pretendían los iraquíes era retener los pasaportes sin resellarlos, pero eso no fue aceptado por los costarricenses.
No vale la pena entrar en los dimes y diretes, el elemento fáctico es que el partido se suspendió y ello sí trae consecuencias deportivas, puesto que aunque al entrenador Luis Fernando Suárez no le gustan los fogueos, este ante Irak servía para darle rodaje a los suplentes.
Un autogol, como todos los autogoles del mundo, sin sentido, lo que significa que es dispararse en el pie. Ojalá este inconveniente no sea un presagio de lo que nos espera en la Copa del Mundo.