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Arbitraje a examen

(MIÉRCOLES 10 DE AGOSTO, 2022-EL JORNAL). Las declaraciones de Luis Ronaldo Araya de que no retó al árbitro David Gómez deben llamar a la reflexión. No porque eximan al jugador brumosos de haberse equivocado. En este tema estamos claros, sino en el hecho de que si el árbitro faltó a la verdad en su informe, estamos ante un caso de suma gravedad.

El árbitro es un notario del partido y un juez al mismo tiempo, por lo tanto debe conocer sus límites y no ponerse a crear ficciones, que para eso ya tenemos en Costa Rica muy buenos y muy malos escritores.

Al tiempo que Araya juraba y perjuraba que no había irrespetado al árbitro de la manera en que se dijo, Hernán Medford dejaba, tras el partido contra Santos, unas declaraciones en las que les recordaba que ellos, los señores que antiguamente vestían de negro, son actores de reparto.

Eso es: un buen árbitro es cuando ni nos percatamos de que estuvo ahí en el campo tomando decisiones para darle fluidez al juego, que eso es en definitiva lo que importa y que las reglas acuñadas hace más de un siglo permitan el desarrollo del partido.

No hay mucho misterio en ello, excepto que es un ejercicio complicado de interpretación, porque el reglamento es letra muerta hasta que el árbitro de turno tiene que interpretar las normas y darles vida.

Los árbitros, si bien son actores de reparto, como acertadamente lo dice Medford, esto no les resta ni un ápice de importancia y por eso hemos abogado porque tengan mejores condiciones, les paguen mejor y se les respete de la manera en que se lo merecen. Dicho esto, sí es necesario que se olviden del protagonismo y en las últimas fechas ha sido excesivo.

El arbitraje costarricense hoy, está fuera de lugar y le da la espalda a lo que sucede en las grandes ligas del mundo y por eso debe rectificar lo antes posible o lo dejará el tren del a modernidad.

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FxD y en EL JORNAL

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