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Alto al fuera de juego

Lic. Rafael Ugalde. *

(MIÉRCOLES 23 DE NOVIEMBRE-EL JORNAL). Así como el reglamento arbitral no deja pasar el “fuera de juego” o la “posición adelantada”, nuestro periodismo deportivo debería hacer un esfuerzo sobre humano para erradicar los goles en “milpa” y llamar las cosas por su nombre.

La goleada recientemente de nuestra selección frente a Panamá, con un gol cada 30 minutos, oculta más de lo contado por nuestros narradores y comentaristas.

Nuestro árbitros hay veces  son los menos interesados en dar intensidad a los partidos,-un número considerables han perdido las pruebas físicas –  hay jugadores que son un saco  de mañas y dirigentes que priorizan sus clubes y no la selección. Muchos de ellos en televisión han hablado de “participar” en esta o aquella copa y no de “competir”

En derecho penal existe un conjunto de reglas para diferenciar la “culpa” del “dolo”. La primera estudia si hubo falta al deber de cuidado, negligencia o imprudencia.

Esta última hace referencia a cuando, por ejemplo, un individuo “se la juega”. Me salto un Ceda  o un Alto en la carretera, porque tal vez no me pilla un tráfico; pero  el agente de tránsito estaba allí. Multa segura por imprudente.

Sí alguna responsabilidad cabe al entrenador nacional, el argentino Gustavo Alfaro, así como al comité de la UNAFUT, en la debacle frente a Panamá es, precisamente, la imprudencia con que actuaron a vista y paciencia de una prensa mayoritariamente superficial y cortoplacista.

Venimos mal, no de ahora, sino de años. Un campeonato local sin mayor intensidad de juego en los partidos, equipos sin terminación de la jugada en el marco  rival, excesivos entrenamientos por videos para el entrenador no entrar en conflicto con sus jugadores, exigiéndoles remates de cabeza, balones debidamente centrados como profesionales, un campeonato en función de cuatro clubes etc.

Ver además el certamen local como medio para vender algún que otro jugador por estos “cuatro grandes”,  no es censurable de ninguna manera, porque el negocio del balompié tiene la esfera privada, como cualquier empresa llamada club Saprissa, Liga, Herediano o Cartaginés.

La otra cara pública, donde participa el público, cuando los veintidós jugadores de las 12 empresas futbolísticas exhiben el fruto de sus trabajadores, es por cierto el menos juzgado por nuestra prensa más allá de generalidades.

No veo por qué si el trabajo de un artista como  Shakira, Plácido Domingo o el torero del Greco no es el más afortunado esa noche – el futbol es arte y ciencia- no hacer pública la crítica respetuosa sobre las carencias de los artistas mencionados para su mejoramiento y perfeccionamiento .

Plantear que Jefry Valverde o Alejandro Bran no son hoy jugadores de selección nacional, no quiere decir que mañana no  sean, cuando la intensidad de ellos, reclamada en el futbol de alta competencia, esté al mismo nivel de la mostrada  por los llamados legionarios.

No veo por qué Tejeda se enoje, al verse ante  cámaras de la televisión, como los canaleros “robaron” su  espalda  en el primer juego; amén de algunas llegadas tardías en las coberturas.

Este medio campista de extraordinario remate desde fuera de área, mejorará enormemente cuando comprenda la velocidad con que hoy juegan las selecciones regionales, años atrás vistas sobre los hombros por nuestra dirigencia y prensa.

O que  Joel Campbell se sienta afectado por decirle que en el primer partido ante Panamá no pudo echarse el equipo al hombro; o que el entrenador Alfaro se sienta herido al demostrarle que ante una media cancha que naufragó en los dos cotejos, Carlos Mora  “volanteando”,  hubiera prestado menos tiempo el balón a los canaleros.

Sí Alfaro sueña con un mediocampo intenso al mejor estilo del Banfield, Independiente, Argentinos Juniors – véase no cito al Boca Junior ni  el River Plate- tendrá que armarse de pacencia y evitar que sus esfuerzos sean estropeados por la dirigencia de los clubes, más  interesadas en colocar jugadores en el plano internacional, en lugar de la competencia digna del equipo  de todos.

Y apartar además  de su oreja a quienes venden señales de humo, en torno a estadios que aflojan las piernas de los rivales y deparan victorias facilitas, cuando el negocio es otro.

Por su parte, los periodistas, con contadas excepciones,  ser menos fanáticos, más rigurosos a la hora de analizar y llamar con nombres y apellidos las virtudes y los defectos de nuestros exponentes de un arte llamado fútbol. Mucho daño ha hecho quienes se escudan en generalidades, por temor a usar la crítica respetuosa, llamando al pan pan y al vino vino.

Bastante desprestigio ocasionó ya al periodismo honesto quienes mintieron en la guerra en Irak, Libia, Yugoslavia, Yemen etc., para que quienes se ocupan del bello deporte del fútbol sigan el camino de la falsedad. Y lo peor es que aquellos mentirosos de ayer siguen mintiendo.

 

*Periodista, abogado y notario por la UCR

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