(VIERNES 06 DE OCTUBRE-EL JORNAL). Paulo César Wanchope es una leyenda viva del fútbol nacional. Hasta aquí no hay discusión. Su gran carrera refrendan estas palabras y pocos se atreverían a cuestionar su grandeza como jugador.
Una vez sentado en un banquillo, la ecuación cambia de manera radical, y Wanchope ha evidenciado que en los partidos grandes no es capaz, hasta ahora, de plantear grandes gestas y lo sucedido contra Alajuelense en la Copa Centroamericana es una muestra inequívoca de ello.
Un equipo que pierde la serie 6 a 1 o está muy por debajo de su rival, que no es el caso, o a su técnico le pasaron por encima sin misericordia.
Por más que Wanchope haya sostenido que sí compitieron, eso nunca se dio, porque la Liga resolvió demasiado fácil ante un Cartaginés que sigue con graves problemas en la zaga y que evidencia, también, enormes vacíos en las otras líneas de juego.
Pese a todo, con la planilla que tiene el equipo brumoso, el que los manudos los hayan superado de manera arrolladora debe llamar a la acción y si el entrenador no funciona, como sucede con el capitán de un barco, hay un cambio de timón.
Quizá en un futuro, Wanchope llegue a ser un bun entrenador, porque es disciplinado, porque tiene humildad para reconocer errores y porque quiere aprender un oficio que le gusta, pero hoy, hoy no es un entrenador para un equipo centenario como el Cartaginés y que está ávido de títulos.
Este Cartaginés de Wanchope es irregular, con fallos elementales y con una ambición muy cortita, indigna de un club que ha peleado toda la vida para estar en el selecto club de los cuatro grandes del país.
A Wanchope, en los partidos grandes, como a esa bailarín primerizo, se le han visto las costuras de técnico y Cartaginés necesita y merece un entrenador más calificado, que traduzca en cancha un juego que le permita competir en el campeonato nacional y en los torneos internacionales del área.
Es una pena, pero nunca es triste la verdad, lo que pasa es que no tiene remedio, como diría Joan Manuel Serrat.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL