ENTRE PUEBLOS
Luis Heberto Monge
Se acaba el año y siguen los principales males viales en nuestra región de Acosta, Aserrí y parte de Desamparados.
Como dijo un vecino “no fueron capaces ni de tirar un poco de lastre en La Ortiga para habilitar el carril en desuso”.
Bueno, pero qué queríamos de una administración pública que no fue capaz de arreglar el tema de la platina, después de varios intentos y muchos millones de colones botados en chambonadas. Y qué decir de la comunicación con Parrita, donde, como obra suprema, instalaron un puente peatonal. Pero tampoco nos sorprendamos de esto si desde 1561 Gonzalo Vázquez de Coronado había intentado llegar a las llanuras de Pirrís por esta vía.
En otras palabras, los obstáculos para llegar a Parrita llevan ya cuatrocientos cincuenta años. La pregunta que uno se hace en estos tiempos de Adviento es si esta gavilla de ineptos con altos sueldos se comerán en paz el tamalito del Niño Dios mientras miles de ciudadanos solo en la Región Caraigres “las ven fututas”, en virtud de la incapacidad mil veces manifiesta. Esto sin mencionar las que pasan todos los días las gentes de Los Mangos y Salitral porque un año no fue suficiente para planear la construcción del puente, de pocos metros por cierto, que desde siempre ha unido a estos pueblos con el resto de la región.
Como ya es tradición, en este mes de diciembre nos recetarán toda clase de aumentos justo en los momentos en que estamos imbuidos del espíritu festivo propio de la Navidad, algunos no andarán imbuidos sino abiertamente borrachos, pero como quiera que sea, enero nos hará despertar con nuevos precios y nuevas tarifas en esto, aquello, y lo otro aún antes de que entre en vigencia el llamado impuesto solidario, que nos acabará de hundir.
Pero bueno, a lo mejor esa falsa sensación de bienestar porque andamos celular y un carro aunque solo sea para colapsar más todavía las calles y pueblos o porque no cogemos café en las haciendas ni somos peones de construcción, esas son cosas para los nicas, en fin que a ver cuándo despertamos y nos despojamos de ese aire de grandeza que no nos permite ver que les estamos haciendo el juego que los de arriba quieren para seguir en el nadadito de perro al que estamos todos acostumbrados, ellos porque nadie les exige y nosotros porque no acabamos de aterrizar en nuestra propia realidad. Sería muy bueno que nos enteráramos de lo que está ocurriendo en varios países europeos por creerse ricos, consumir y vivir como ricos pero que más tarde o más temprano las deudas hay que honrarlas porque los bancos no perdonan.
Por una vez seamos diferentes, hagámosle un espacio a la sensatez, interioricemos qué está pasando a nuestro alrededor como país, como cantón, como distrito. Seamos capaces de poner un alto al despilfarro, de cuidar nuestra vida y la de nuestra familia, en una palabra, que enero nos sorprenda con los pantalones bajos. Feliz Navidad.