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El arquitecto de la resurrección se llama Mauricio Wright

(JUEVES 20 DE MAYO, 2021-EL JORNAL). En el fútbol, además de lo técnico-táctico, juega el carácter y Saprissa, ese equipo que venía dormido y arrastrándose en el torneo, lo recuperó en las semifinales, y eso explica el por qué en una temporada de desaciertos está en la final del Clausura.

Todo el andamiaje de este Saprissa poscrisis se sostiene en el carácter que le ha imprimido su entrenador Mauricio Wright, quien regresó de las antípodas del olvido para devolverle dignidad y aspiraciones a un equipo que estaba tirado en la cuneta luego del 5 a 0 con que lo castigó Alajuelense en el Ricardo Saprissa.

Tras esa caída estrepitosa, el presidente Juan Carlos Rojas pegó un puñetazo en la mesa y dijo abiertamente que iban a evaluar uno a uno a los jugadores y que, dependiendo de ese rendimiento, así procederían de cara a la próxima temporada.

En medio de aquel viacrucis que vivía el club, esas palabras hacia fuera pasaron inadvertidas, pero hacia dentro encendieron un fuego y la reacción se evidenció en el partido contra Limón, en el que en cinco minutos ya Saprissa iba 2 a 0 en el marcador.

Y vino luego el segundo acierto de los morados: la llegada de Wrigth, quien desde el destierro en que se encontraba trajo liderazgo y carácter al banquillo tibaseño y le recordó a sus jugadores la historia del equipo que representan, así como el simbolismo de ese escudo y el peso en el concierto de los clubes nacionales.

Y ante una Liga con un mejor equipo, con un mejor torneo y con todo listo para disputar la final, Saprissa apeló a esa casta, que también ha de traducirse en correr más, en disputar con más afán ese balón dividido y en dar todo hasta la extenuación, como lo hizo Mariano Torres, pieza clave en ese rompecabezas que armó de última hora Wright.

Mientras algunos jugadores empezaron a creer como Aarón Cruz, Michael Barrantes, el propio Mariano, Christian Bolaños y Jimmy Marín, en Alajuelense se apagaron algunas estrellas, el caso de Leonel Moreira, Bryan Ruiz, Marcel Hernánez y Alexánder López.

Vemos, entonces, cómo en el fútbol ese intangible llamado carácter, temple u orgullo, tradúzcalo como quiera, es un factor intangible que marca diferencias en los momentos cumbres.

Gran mérito el de Saprissa de haber dejado en el camino a una Liga que llegaba con holgura psicológica a la confrontación, y a la que supo golpear en momentos trascendentales de la serie.

Saprissa no solo ganó la serie, sino que también se ganó a un entrenador con ADN de la casa, que supo alzar la voz cuando fue necesario y que evidenció que ese difuso y extraño invitado llamado carácter, más esa milla de más que le faltaba al equipo, pueden quebrar pronósticos y desbaratar quiñelas.

En el momento en que el barco morado iba camino al despeñadero, el presidente Rojas supo golpear la mesa y de pasó se encontró a un entrenador que extendió ese sentir a la cancha, mientras la Liga inconscientemente caía en una zona de confort peligrosa.

La resurrección de Saprissa tiene nombre y apellidos: Mauricio Wright Reynold.

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez

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