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‘Volveré y seré millones’

(JUEVES 26 DE NOVIEMBRE, 2020-EL JORNAL). La muerte de Evita Perón en 1952 marcó un hito en Argentina, ese país desmesurado que pareciera que fue transportado desde Italia y enclavado en la sufrida región de América Latina.

El cadáver errante de Evita fue una noticia que en su oportunidad le dio la vuelta al mundo. El periodista y novelista Tomás Eloy Martínez, maestro de su oficio, escribió una maravillosa novela con la historia de la primera dama argentina: Santa Evita, narrada con las técnicas del periodismo pero al servicio de la literatura.

Una de las frases míticas que Tomás Eloy puso en boca de Evita fue: “Volveré y seré millones”.

La frase caló tan hondo que sindicatos y organizaciones civiles la hicieron suya. Gobernantes argentinos iniciaban sus disertaciones con ella. Y así se fue propagando por el todo el espectro sideral aquella afirmación que Evita nunca dijo.

Asombrado por las repercusiones, Tomás Eloy quiso aclarar en la radio, en la prensa y en la televisión, que ‘Volveré y seré millones” fue una construcción suya, y que no había evidencia histórica de que Evita, en ningún mitin’ o actividad, hubiese pronunciado esas palabras.

Las declaraciones de Tomás Eloy desataron la furia en los argentinos, que no aceptaban ni entendían que el escritor le quisiera quitar brillo a Evita. El tema llegó a tal punto, que Tomás Eloy fue amenazado por sindicatos y organizaciones de que si seguía diciendo que “Volveré y seré millones” era una ficción, le demandarían formalmente en los Tribunales de Justicia.

Si ello pasó con Evita, no imagino lo que se viene con Diego Armando Maradona. A quien desde el mismo momento en que murió, ayer 25 de noviembre de 2020, en Buenos Aires, Argentina, la gente ha empezado a canonizar en la Iglesia maradoniana.

Esa canonización es, sin duda, un proceso irreversible, porque Maradona vive en el corazón de los argentinos, de los paraguayos, de los uruguayos, de los venezonalos de los colombianos, de los peruanos: en esa  patria grande que soñó Bolívar, y que el futbolista hizo suya, porque llevaba como bandera la de los más pobres y desposeídos.

Maradona nunca se olvidó del barro de donde vino y siempre, aunque estuvo rodeado de lujos y riquez, su corazón de samaritano permaneció intacto y fiel a los suyos.

No es extraño, entonces, que pronto escuchemos en la vasta tierra argentina una voz que lo llama desde el desierto de la ausencia con aquellas palabras mágicas de Evita Perón: “Volveré y seré millones”.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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