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Viajar instruye y educa

Víctor Corcoba Víctor Corcoba Herrero corcoba@telefonica.net

 

 

(DESDE ESPAÑA, 22 DE SEPTIEMBRE, 2015-EL JORNAL). Recuerdo que, cuando era niño, me movía con la imaginación. Pronto me di cuenta, con la ayuda de mis maestros, que no hay mejor buque o avión que un libro para viajar lejos. Siempre tuve la sensación de ser un viajero.

Quería viajar hacia las estrellas, sin otra idea que llevarme un cuaderno y un bolígrafo para escribir lo vivido. Así nacieron, por entonces, multitud de fantasías, tanto en verso como en prosa, que activaron mi ánimo por fabular, al tiempo que me recreaba entre lo visible y lo invisible, entre la quimera y la realidad.

Con el paso de los años me he dado cuenta de que moverse de un lado para otro, aparte de educar, ya que es una forma de aprender, también te enseña a superar miedos, a ser más tolerante, pero para ello también hay que ser buen espectador.

Observar siempre viene bien, al menos para examinar serenamente los nuevos tiempos que cada generación construye por mera revolución innata. En un momento en que el mundo navega entre la congoja y la desesperación, conviene imaginarse otros aires, otras tierras, e inclusive otros mares.

En consecuencia, me alegra que el Día Marítimo 2015, que se celebra el 24 de septiembre, incida en el espectro más amplio de la educación y formación marítima, ya no sólo para mantener las ruedas del comercio mundial en marcha, sino para abrir los ojos también del pensamiento. El mar, por su naturaleza, estaría manso si los vientos no lo avivaran. De igual modo, el pueblo estaría pacífico si los oradores trazasen rutas que no agitasen. Pero como esto no es así, requerimos templar el alma desde el conocimiento, sabiendo que ninguna noción puede ir más allá de la experiencia del viaje.

Si importante es el mar para viajar, no menos significativo es cualquier medio terrestre o aéreo. Precisamente, este año 2015, el Día Mundial del Turismo (27 de septiembre), pone de relieve su potencial en beneficio del desarrollo socioeconómico.

Sin duda, con más de mil millones de turistas internacionales viajando por el mundo todos los años, este tipo de exploración en movimiento se ha convertido en una poderosa fuerza transformadora, con una influencia decisiva en la vida de millones de ciudadanos. En el momento actual, en el que se advierte una diversificación en los destinos, cualquier lugar del planeta se torna en un lugar de encuentros de culturas y cultos. Con razón, el sector turístico parece como una de las opciones más viables y sostenibles para reducir el nivel de penuria de las áreas más desalentadas. Si se desarrolla adecuadamente, más como encuentro que como negocio, facilitará el desarrollo inclusivo mediante el entendimiento multicultural, pero también elevará la conciencia de las gentes de preservar el patrimonio cultural y natural del paraíso a descubrir.

Ahora que el mundo se dispone a ratificar una nueva agenda de desarrollo sostenible, sería bueno reconocer nuestra capacidad de movimiento en un mundo global, generador de puestos de trabajo, pero igualmente causante de un uso adecuado de los diversos hábitats marinos o terrestres.

Por tanto, entiendo que viajar es un buen modo de instruirse, y además un activo fundamental de cooperación en el desarrollo, siempre que dicho turismo se armonice con la comunidad que les acoge, con su medio ambiente, con sus formas tradicionales y culturales, con su patrimonio y sus estilos de vida.

 

 

 

 

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