PALESTRA
(SAN JOSÉ, JUEVES 29 DE MAYO, 2014-EL JORNAL). Decía el recordado Parmenio Medina que el fútbol no se juega solo a las patadas, sino que era un asunto de cabeza. Su tesis quedó reflejada en el club Barcelona de España, cuando agradeció sus servicios al “Tata” Martino y el argentino cantó “viajera”.
El suramericano regresó a la Argentina no porque sea un mal entrenador. Al frente del seleccionado mundialista de Paraguay vimos su capacidad y, si ya está en Buenos Aires, es porque su hipótesis de trabajo no respondió a la filosofía balompédica del Barcelona.
Barcelona se hace llamar club, pero es una gigantesca empresa con tentáculos en distintos deportes, en todos los cuales reclama máxima efectividad más allá de si hay coraje y sus actores dejan el corazón en la cancha, pues se trata de depurar sus espectáculos públicos.
Todo ello sin olvidar que el Barcelona no es una “fábrica” de jugadores, ya que en reiteradas ocasiones los distintos presidentes del club han dejado sentado que primero está “la formación de la persona” y después la del”crack”.
Traigo a acotación esto porque escuché en uno de esos programas de chismes que el licenciado Raúl Pinto Odio no optará por la reelección, luego de que su querida Liga Deportiva Alajuelense quedó fuera del campeonato mundial de clubes y tampoco alcanzó el campeonato de invierno.
Pinto Odio pudo volar más alto si hubiere imprimido a su gestión una visión de empresa, exigiendo siempre el máximo rendimiento de todos sus colaboradores, dentro y afuera de la cancha.
Un jugador o dirigente de una junta directiva que olvida extra cancha que es referente público para los jóvenes que incluso no van al estadio, desintegra la visión de empresa de cualquier conglomerado deportivo y destroza en el camerino los espíritus de quienes aspiran a ser persona y después estrellas.
Pensemos, por ejemplo, que “Lio Messi” o Cristiano Ronaldo, siendo los referentes mundiales que son, se vayan de fiesta y recompensen a sus clubes con sendas anotaciones, saliendo luego sus entrenadores a decir que “importa el rendimiento en la cancha y no lo realizado a escondidas”
Recuerdo esto porque un amigo entrenador propuso una vez a un club de primera división hacer periódicamente exámenes de orina y de sangre a sus jugadores para erradicar problemas extra cancha que afectaban el rendimiento y a los jóvenes por él dirigido. El presidente, al enterrase de la iniciativa, lo llama y le dice: “Oye, vos estás loco y querés que me linchen. Te despido en este acto, antes de que me echen a mí”.
Pues, bien, salvo mejor criterio, estoy convencido de que ésta es la diferencia entre un club de amigos y una empresa seria, encargada de dar un espectáculo público llamado fútbol. Pregunto:¿Qué controles antidoping hacen los clubes locales a sus jugadores?
* Periodista, abogado y notario UCR.