(VIERNES 21 DE FEBRERO, 2025-EL JORNAL). Saprissa tomó riesgos frente al Vancouver Whitecaps y logró una victoria balsámica que, de momento, le permite apagar los incendios que originaron las derrotas frente a Guanacasteca y Santa Ana.
En la Copa de Campeones de la Concacab, que se supone no tiene vasos comunicantes con el torneo nacional, fue donde los morados debieron ir a buscarse la vida, después que el presidente Juan Carlos Rojas diera un golpe en la mesa y dijera públicamente que no habían invertido tanto dinero para tener un equipo que ocupara la quinta casilla.
El ultimátum obligó a José Giacone a reaccionar y ello se tradujo en cambios en el terreno de juego. La principal medida fue utilizar a Kendall Waston como centro delantero, por encima de Ariel Rodríguez y Orlando Sinclair y al lado del español Sabin Merino.
A Jeffry Valverde lo sacaron del olvido y le entregaron la banda derecha, en la que Kenay Myrie y Samir Taylor todavía no terminan de consolidarse.
A lo anterior, le sumaron un rendimiento casi como en sus mejores tiempos de Marino Torres, quien fue partícipe en los dos goles con que los tibaseños vencieron al Vancouver Whitecaps.
La victoria es, sin ninguna duda, balsámica, terapéutica. No resuelve nada a favor de las partes, entiéndase cuerpo técnico y jugadores, pero suspende de momento «las condenas».
El mérito de Saprissa es haber asumido todos los riesgos ante un Vancouver Whitecaps que juega muy bien y que en casa será un hueso muy duro de roer, pero los morados llegan ya con una ventaja, que ahora les toca defender con uñas y dientes y coraje y convicción, todos esos intangibles que hoy se quieren borrar de la ecuación cuando se analiza un partido de fútbol.
