EL PLACER DEL TEXTO
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 02 DE MARZO, 2016-EL JORNAL). “Laso”, un inmigrante húngaro-rumano que habla cinco idiomas, se quedó varado en Barcelona por falta de dinero y ante la necesidad de techo se fue vivir en las noches a un cajero automático.
La historia sería una más entre cientos de ellas, sino fuera porque un joven catalán, también sin trabajo, se le acercó para darle un dinero, pese a su propia situación económica, y el “indigente” lo rechazó. “No recibo limosnas”, le dijo.
Confieso que esta respuesta me emocionó y conmovió tanto que no pude menos que escribir algo sobre la historia, porque como decía Jorge Amado, hay que escribir siempre, y escribir siempre que haya algo que nos toque el alma.
“Laso”, entonces, le contó a Diego Bernal el Samaritano, la tragedia de su vida: que lo habían estafado, que estaba sin dinero, pero que lo que él realmente quería era trabajar, ahorrar doscientos euros y viajar a Londres, a donde lo espera un puesto en un hotel.
La noticia la contaba El País, de España, el fin de semana pasado y muchos reaccionaron y trataron de ayudar: “Laso” respondió que podía dar clases de inglés, pero que también hablaba húgaro, rumano, francés y español.
La magia del diálogo y la solidaridad entre “Laso” y Bernal produjo la idea de que el húngaro-rumano diera clases de inglés en bares de Barcelona y le sobraron alumnos.
Una magnífica y sencilla historia que vale repasar, porque si bien “Laso” se va a Londres, ahora que encontró solidaridad, la idea de dar clases en bares no solo es novedosa, sino que puede servir a algún que otro parado que España quiera aprovechar la magistral idea.