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Una luz para Sarapiquí Salazar

(SAN JOSÉ, COSTA RICA, MARTES 1 DE SEPTIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Veo fútbol desde que tengo cinco años. Era seguidor de La Estrella, el equipo de mi barrio San Martín, y donde jugara, ahí estaba yo, así que he visto mucho fútbol en mi vida.

Una de las jugadas más espectaculares que recuerdo con absoluta nitidez, campeonatos mundiales incluidos, la observé cuando tenía 13 años. Fue un domingo a las 11 a.m. en el estadio Alejandro Morera Soto, en 1984.  Edgar Mora Arias, mi primo, que entonces era un fiebre de la Liga, me llevó a ver el encuentro ante el Cartaginés.

Domingo soleado. Estábamos en la gradería oeste. Fue un domingo de matices extraños. Primero porque antes del partido llegaron unos dobles de Pluto y Mikey Mouse y otros personajes de Disney a hacer las delicias de los niños. También porque al día siguiente yo tenía examen en el colegio y me había llegado los apuntes doblados en mi bolsa trasera del pantalón para estudiar en el entretiempo. Y así lo hice: saqué mis hojas para estudiar en medio del bullicio. Son acciones de juventud hoy inexplicables.
Lo más grande del juego sucedió al final del partido. Edwin Sarapiquí Salazar recuperó un balón en defensa y dibló uno, dos, tres, cuatro, cinco adversarios, y nadie parecía pararlo, hasta que ya dentro del área y un defensor manudo lo atropelló. El juez dictó penal. Jugada de área a área. Box to box dirían hoy los tácticos del fútbol. El juego estaba 1 a 1 en ese momento. Terminaría 2-1.

La acción tenía una plasticidad extraordinaria. Era el central que rompía filas y que salía en tromba hacia al ataque, lo cual no estaba contemplado en ninguna táctica del entonces técnico Juan José Gámez, ni son jugadas que pueden plasmarse en los tantos manuales de fútbol que circulan por ahí.

La acción sucedió en el 88, como bien lo puntualiza José Miguel Loaiza Baldares en su Facebook de Pasión Azul. Giovanny Alfaro, con esa prestancia que lo caracterizaba, venció desde el punto de penal al gran Alejandro González.

No tengo duda de que fue la mejor jugada protagonizada por Sarapiquí Salazar, ese zaguero, que además de defender, se sumaba constantemente al ataque y que era fuerte, pero nunca mal intencionado.

Hoy Sarapiquí libra una lucha cara a cara con un cáncer de garganta. Le han operado dos veces, está en sesiones de quimioterapia y de radioterapia, y sus condiciones económicas no son las mejores.

El grupo de exfutbolistas del Saprissa, con Mincho Mayorga a la cabeza, como no podía ser de otra manera, quieren extenderle una mano al exdefensor del Cartaginés y del Saprissa.

Es la hora de que el fútbol costarricense le dé una mano a quien fuera un gran jugador y una gran persona, siempre humilde, claro, cumplidor en la cancha, y leal a la hora de rifarse el físico en cada jugada.

En un país que no tiene memoria para sus futbolistas, esta es una oportunidad de reivindicar ese olvido.

La familia de Sarapiquí ha facilitado una cuenta para todo aquel que quiera unirse a esta hermosa causa: la cuenta IBAN en el Banco Nacional es la siguiente: CR09015117320010027764. Los depósitos SINPE, a nombre de Carmen Quesada, la esposa de Sarapiquí, se pueden hacer al 60494954.

El zaguero tiene que hacer la mejor cobertura de su vida: cortar de un tajo el cáncer que hoy lo atormenta, pero no lo puede hacer solo. Cada uno de nosotros podría acompañarlo en esa acción con un gesto de solidaridad.  Alguien con su trayectoria y con la capacidad de haber hecho aquella jugada irrepetible en la gramillla del Morera Soto, en ese soleado domingo de 1984, merece eso y más. Es la hora de unir fuerzas. Necesitamos una luz y una esperanza para Sarapaquí.

 

 

*El autor es periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.

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