(LUNES 29 DE MAYO 2023-EL JORNAL). El campeón Saprissa tiene mucha virtud, pero hoy toca hablar de la Liga, porque no es común que un grande se desplome como un castillo de naipes.
Ningún equipo que se precie y que tenga la historia de Alajuelense, que llegó al Ricardo Saprissa con ventaja, puede salir en un primer tiempo con una desventaja de tres goles.
El gran déficit de ambos equipos en esta gran final y en la final anterior fueron los banquillos.
Ambos banquillos era banquillos de cristal por las decisiones erróneas de sus entrenadores. Tanto Andrés Carevic, que queda muy mal parado, como el ganador Vladimir Quesada, evidenciaron con hechos y elementos científicamente demostrables, que en lo que va de estrategia y reacción en el desarrollo de los partidos, tienen muchas deficiencias.
Los manudos arribaron, extrañamente, al Saprissa solo con un plan de partido. Tras el primer gol, minuto 19, no tuvieron la altura de un aspirante a campeón y se desplomaron totalmente. Mal, muy mal manejo por parte de Carevic, y falta de liderazgo en el campo, si el banquillo no funciona, alguien tendrá que alzar la voz.
Obdulio Varela se echó al bolsillo el Maracaná con 200.000 almas enfervecidas y Uruguay terminó ganando un Mundial de forma extraordinaria e insólita. El liderazgo del Negro Varela lo cambió todo.
¿Cómo la Liga con el 1 a 0 se desploma, si a a esa altura la serie estaba empatada? Mala lectura del técnico; mala interpretación de los jugadores.
Hay un elemento que no tiene explicaciones: si los rojinegros se iban a defender, no podían salir con el mismo equipo con que ganaron en casa. Eran dos escenarios distintos.
Alajuelense salvó la humillación absoluta porque a Saprissa le bastaba y sobraba el 3 a 0, de lo contrario, la derrota hubiese sido todavía más terrible.
La Liga tiene un serio problema en el banquillo. Basta un ejemplo: con los ajustes que hizo Carevic, cómo explicar que reubicás a su mejor hombre –Carlos Mora–, como la lateral derecho.
Es como un juego de espejos, porque Saprissa también tiene una enorme carencia en la dirección técnica de Vladimir Quesada. Y la prueba es que Warren Madrigal fue el mejor jugador de Saprissa ayer y en el anterior encuentro estuvo en la grada. (De eso hablaremos mañana).
Una Liga de pesadilla encumbró a Saprissa, una vez más, al estrellato.