EL PLACER DEL TEXTO
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 24 DE ENERO, 2016-EL JORNAL). En esta posmodernidad donde todo se entremezcla y en la cual las fronteras no existen, como tampoco el criterio ni el discernimiento, y predomina la masa como expresión suprema de la mediocridad, da lo mismo que hayás ganado un Premio Nobel de Literatura o publicado tu primer libro: igual podés ir al cajón de las promociones, como cualquier autor anónimo y peregrino.
Es lo que le ha pasado a Patrick Mondiano, Nobel de Literatura 2014, cuyos libros aparecen en la caja de saldos de la Librería Internacional de Desamparados, en los que se confunde con libros para colorear, de recetas de cocina, algún que otro autor de mala ciencia ficción, y varias películas olvidadas que ni Youtube acepta.
No he podido evitar sentir una extraña tristeza al ver los libros del Nobel ahí, casi suplicando la caridad de un buen parroquiano para que los saque de ese atolladero de falta de criterio, porque si yo estuviera en el lugar del administrador de la librería, hubiera enviado al bueno de Modiano a la bodega, que ahí, en la soledad y el silencio, sus obras tendrían mejor crédito y respeto.
Modiano es un autor de culto, por lo que ahí en el cajón de los saldos, su suerte no será mejor que las estanterías, porque, hay que decir que el público lo desconoce en gran medida pese al Nobel.
El autor de La hiberba de las noches, Un pedegrí, En el café de la juventud y Para que no te pierdas en el barrio, entre otros libros, la tiene difícil, pero lo suyo es solo el síntoma de un mal mayor.
Lo que en realidad sucedes es que esta cultura que todo lo iguala y que no diferencia entre la honradez y el ladrón, y en la que predomina en tantas facetas la estupidez humana, se va al despeñadero por su incapacidad para analizar, pensar, y poner en perspectiva lo que nos ocurre alrededor y en la pequeña aldea global en que vivimos.
Frente a ello, ni el mismísimo Jonathan Franzen, autor de Libertad, escapa del cajón de los saldos y mucho me temo que el ejercicio del criterio, al que llamaba ya hace varios años el inolvidable Mario Benedetti, sea hoy una pobre y oscura utopía.
Todo va al basurero, hasta el bueno de Modiano, con su Nobel incluido.
*El autor es director de EL JORNAL y Máster en Literatura. Esta columna se publicará a diario a partir de hoy.