Entrenador Marvin Solano se siente orgulloso de sus raíces aserriceñas
José Eduardo Mora
(SAN JOSÉ, 18 DE JUNIO, 2013). La pasión por el fútbol del actual entrenador del Herediano, Marvin Solano, se forjó desde muy niño en los potreros, a los que acudía a jugar y descubrir las maravillas de un deporte que marcaría por completo su vida.
Hoy, tras el éxito en la final contra el Cartaginés, Solano culminó una larga carrera que debió de estar colmada de paciencia: muchos equipos de segunda, encuentros y desencuentros en Primera División, hasta que llegó el momento de disfrutar la gloria efímera de un campeonato en una serie que creó expectativas en todo el país, a pesar de que los dos “grandes”, Alajuelense y Saprissa la vieron por televisión.
“Me acuerdo de que yo iba a jugar las bolas del equipo de mi papá –don Iván Solano—y en la cancha habían muchas boñigas, recuerda entre risas y nosltagia, mientras hace un recuento de cómo han sido los últimos días, los cuales han estado colmados de entrevistas, felicitaciones, agradecimientos y proyectos futuros.
“Vivo con mucha alegría este momento y me lo tomo con una gran madurez. Entiendo cómo funciona esto”.
Al lado de su padre se forjó ese afán por el fútbol, pero en realidad lo que él quería era traspasar fronteras: descubrir cómo era el mundo que estaba más allá de las fronteras de San Gabriel.
“Una vez subimos al cerro El Dragón y yo pensaba que una vez ahí arriba no había nada más y la sorpresa que me llevé es que aquello estaba lleno de montañas para uno y otro lado>
Esa experiencia lo marcaría, porque después quiso qué había en San José y después qué en las provincias y en los puertos hasta dar el salto al extranjero y constatar, entonces, que el mundo es ancho y ajeno, y que las maravillas están aquí y allá.
“Yo jamás creí que iba entregar mi vida a ser entrenador, pero aquí estoy y estoy muy contento. Muchos me dicen que me pude haber pensionado como educador, pero yo quería vivir con pasión lo que hago”.
En efecto, Marvin fue profesor de educación física en Acosta y en San Gabriel. Y de esos tiempos recuerda equipos emblemáticos en la zona, algunos de los cuales ya no existen.
“No olvido de los partidos contra el Juventud Acosteña (AJA), la Unión Deportiva Acosteña (UDA), el Alianza de Tablazo y por supuesto un equipo que es toda una tradición en la zona como el Barrio Abarca. Eran tiempos muy lindos y yo los conservo en mi mente y mi corazón”.
El entrenador del Herediano fue portero, y dice que fue un portero que estuvo ahí como en las sombras, porque jugó en Segunda División y anduvo por ahí en la reserva de un equipo de Primera, pero la vocación última estaba destinada al banquillo.
UN NUEVO HORIZONTE
Tras el infarto que vivió hace año y tres meses, mientras se dirigía con el equipo de San Carlos hacia Ciudad Quesada, Marvin cambió mucho de su perspectiva de vida.
Tanto que después de ir abajo 3-1 ante Cartaginés seguía repitiendo que tenía confianza en el segundo partido, pero que en caso de perder el sol saldría con toda su brillantez al día siguiente, es decir, que el fútbol tiene sus límites y que lo importante es la vida y las conquistas mínimas que se logran cada día.
Ese ha sido el mensaje que ha lanzado luego de ganar el torneo: todo pasa y todo queda, y si bien hay que celebrar, lo que trasciende es el ser humano íntegro con sus valores, sus sueños.
En su caso los sueños se le han ido cumpliendo despacio y no han estado exentos de tropiezos y contratiempos, pero él quería seguir su propio camino, y demostrar aquello que sostenía el pensador y escritor alemán Friedrick Nietzsche.
“He llegado a mi verdad por muchos caminos diferentes y de muchas maneras. No he subido por una única escala hasta llegar a las alturas desde que mis ojos abarcan el mundo. (…) Hay quienes me preguntan por el camino, les respondía yo: este es el mío. ¿Dónde está el vuestro? Y es que el camino, el único, no existe”.
En San Gabriel de Aserrí, su tierra natal, le organizaron una misa en su honor y el concejo del municipio de ese cantón corrió a dejar constancia de una felicitación a uno de sus hijos más destacados, lo que quizá olvidan los regidores es que desde hace años Marvin merecía ese homenaje, por la escuela de fútbol que tiene y sostiene, y que cada sábado le brinda un espacio a decenas de niños en la plaza central de Aserrí para que ellos también puedan soñar con el porvenir.
En la misa estuvo gran parte del pueblo para rendirme homenaje a uno de sus hijos más destacados, humildes y sencillos.
Estuvo acompañado de sus hermanos, sobrinos, madre, y de su esposa Nubia Chinchilla y de su hija más pequeña, Camila, y rodeado de amigos como el padre Wálter Aguilar, quien ofició la misa.