(VIERNES 20 DE NOVIEMBRE, 2020-EL JORNAL). Si William de Baskerville y Adso de Melk, protagonistas de El nombre de la rosa, se transportaran al fulgurante siglo XXI y en vez de descubrir quién era el asesino en la abadía medieval en la que Adso se enamora perdidamente y para siempre de esa ‘rosa’ cuyo nombre nunca sabrá, y se les pidiera que hicieran una proyección de dónde jugará Lionel Messi la próxima temporada, ya cuentan con una serie de pistas para dar con el paradero del mejor jugador del mundo en el 2021.
Hace tan solo dos días, tras su regreso de Argentina, Messi expresó al llegar al aerpuerto El Prat, en Barcelona, que estaba “un poco cansado de ser el centro de todos los problemas del club”.
En esta frase, como aquella que pronunciase el padre de Messi cuando el lío de la salida parecía no tener fin, puede ser muy clarificadora. A la consulta de qué iba a pasar con su hijo, Jorge Messi contestó: Lo veo difícil”.
Tres palabras que entonces eran muy significativas, pero escondían más de lo que parecía. En ese caso, hubiese concluido William de Barkerville, lo esperable es que Jorge Messi hubiese dicho: la continuidad es imposible.
“Lo veo difícil” era un juego de pólvora multicolor, que, en ese contexto, echaba más incertidumbre a una situación nunca experimentada en el Barça, en el que Messi sigue incómodo y por ratos parece aturdido.
Ahora es el propio Messi el que le da vuelta al discurso y en vez de ser él, espejo y luz de sus compañeros, como un caballero andante moderno, es “el centro de todos los problemas”. Al menos ese es su sentir.
Y mientras los nubarrones se instalan cerca del Camp Nou, una noticia proveniente de Manchester estremece los cimientos que sostienen a Mesi en el Barcelona: Pep Guardiola ha ampliado su contrato con el City dos temporadas más.
¿Las necesarias para que Messi se vista de celeste y salga campeón de Champions? La cercanía de las expresiones de Messi y de Guardiola ha hecho que los detectives desempolven la ciencia de la deducción y la pongan al servicio de las indagaciones futbolísticas.
Guardiola se queda en promedio cuatro años por club y luego se marcha en busca de nuevos desafíos. Así lo hizo en el Barça y repitió la fórmula en el Bayern Múnich.
¿Quiebra este patrón porque espera al mejor jugador del mundo?
Encima de todo ello, está la distancia, cada vez más insalvable, entre Messi y Griezmann. El entorno del jugador francés atiza la hoguera cada vez que puede. Eric Olhats, dijo esto a France Football: “Antoine llegó a un club con graves problemas, donde Messi lo controla todo. Es a la vez emperador y monarca y no vio la llegada de Antoine con buenos ojos”. Ya lo había dicho Cruyff con malicia indígena: “Dos gallos no caben en un mismo corral”.
Se ha dicho durante siglos que todos los caminos conducen a Roma: falso. Todos los caminos conducen a Manchester. Ahí, el City y Guardiola esperan al diez del Barcelona.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez.
