PALESTRA
(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 16 DE MAYO, 2016-EL JORNAL). Uno entiende que en América Latina los sectores más honestos sueñan con ganar elecciones para impulsar “cambios” que terminen así con la inequidad social y la injusticia centenaria.
Soñar es de humano y aún no cobran por ello. No es válido, sin embargo, olvidar que conquistar un gobierno montado sobre el mismo sistema, aceitado y afinado desde que nos empezaron a saquear, es algo así como correr maneados y con camisa de fuerza.
Eso experimenta la actual administración del presidente Luis Guillermo Solís con los famosos “cambios” ofrecidos dos años atrás.
Olvidó que los mandos medios de los partidos tradicionales, Liberación Nacional y Unidad Social Cristiana ( PLUSC), son los que verdaderamente dicen a un gobernante qué aceptan y qué rechazan en los Ministerios, Instituciones públicas y poderes de la República.
Ellos dicen a qué velocidad se hace un puente, una carretera, con qué materiales se levanta la obra, a quién hay que indemnizar, cuánto hay que pagarle y hasta deciden quiénes estudian y qué formación recibirán.
La llamada oposición del PLUSC afloja o soca la manea y la camisa de fuerza, dependiendo de los pluses y los privilegios que arranque del gobierno de turno, para sí y su clientela.
Ocurrió así con el gobierno del expresidente Rodrigo Carazo (1978-82) cuando éste se alzó con el Poder Ejecutivo en unas reñidas elecciones.
A diferencia del gobierno de Solís, Carazo no estabilizó la inflación, debido al alza del precio internacional de los hidrocarburos y la caída de los precios del café.
Sin embargo, los bajos precios del petróleo y los ingentes esfuerzos del presidente Solís para que algunas tarifas de servicios públicos no se disparen, no han gustado a la oposición.
El reciente garrotazo que el Colegio de Médicos recetó a enfermos y sanos que requieren atención sanitaria debe enmarcarse dentro de estas jugadas que parecen “técnicas” y son movimientos políticos de la oposición para descontrolar la estabilidad inflacionaria alcanzada por Solís.
Este “tecnicismo tarifario” provocará que la inflación se dispare a dos años de las elecciones, en vista que la estrategia aplicada a Carazo años atrás por el PLUSC, no salió como pensaban.
Fíjense que en esta oportunidad no existe Defensoría del Consumidor, no existe levantamiento sindical retando al grupito ese del Colegio para que técnicamente justifique el garrotazo.
Es un leñazo que tiene dos fines: quebrar la estabilidad relativa de la inflación y acelerar la privatización de la Caja, porque esta tendrá que comprar mayores servicios al sector privado.
Vendrán, detrás del garrotazo de los médicos, solicitudes de alzas en los combustibles, servicios públicos, comestibles, etc.
Confieso a ustedes que esta columna me la inspiró el flamante presidente de la Asamblea Legislativa, Antonio Álvarez Desanti, quien comentó a la audiencia mediática de un diario nacional que está desanimado porque Solís no echa para delante con el plan de recortes y reducción del déficit fiscal.
Alvarez Desanti, como los médicos, no dice que el “tecnicismo” de reducción de déficit fiscal forma parte de dos columnas vertebrales del capital financiero: privatización de más servicios y flexibilización de la legislación laboral.
Y me temo, ojalá me equivoque, que el ruido de las motosierras no llega hasta el gobierno de Solís. Es una casa presidencial con gruesas paredes de concreto.
*Periodista, abogado y notario UCR.