(MARTES 28 DE MARZO 2023-EL JORNAL). Hace mucho rato, desde que terminó el Mundial de Qatar 2022, Luis Fernando Suárez debió ser despedido de la Selección Nacional, porque un 7 a 0 en la competición más prestigiosa del mundo, era suficiente motivo para su salida.
Lejos de que ello pasara, antes el presidente de la Federación Costarricense de Fútbol y su Comité Ejecutivo blindaron al técnico con un contrato de cuatro años, contrario a lo que hicieron la mayoría de federaciones en todo el planeta.
Con el técnico colombiano muy pocas veces se ha jugado bien. Contra México en el Azteca y frente a Estados Unidos en el Nacional, cuando ya nada estaba en juego. Lo demás ha sido un equipo inconsistente siempre.
Ayer Panamá fue mejor en todo. Desde la concepción del partido. El que debía ganar y el que jugaba en casa era Costa Rica, y, sin embargo, daba pena ver a Campbell jugando a 30 metros de la portería.
Por los laterales, donde pasa el fútbol moderno, hubo una llegada de Martínez y otra de Zúñiga. Y en el medio campo, de principio a fin, Carrasquilla, solito, se encargó de establecer la jerarquía, que vino a ser rematada con Edgar Bárcenas.
En ese sentido, entonces, no es que la prensa quiera que se vaya Suárez, es que los responsables que lo sentaron en el banquillo, hace rato, debieron despedirlo, porque no hay mejoría alguna en la Selección Nacional y eso del cambio generacional que mencionan algunos, es un canto griego.
No hay solvencia ni en el banquillo ni en la cancha: ergo, se verá la Final Four a distancia. Por más que Suárez y el presidente de la Federación, Rodolfo Villalobos, pretendan aparecer ahora como las víctimas, la afición sabe, en realidad, que son los grandes responsables de la debacle en la Final Four y de que la Selección se parezca más al Titanic, que a un equipo que mira con optismismo el futuro.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FxD y EL JORNAL