(LUNES 10 DE JULIO 2023-EL JORNAL). Observo con asombro que algunos colegas y medios de comunicación insinúan dudas acerca de la salida de Luis Fernando Suárez, dando a entender que quizá no todo ha sido tan malo como parece.
Es increíble que un mediotiempo a la defensiva ante un México muy mediocre, quizá el más mediocres de la última década, induzca a pensar que el trabajo de Luis Fernando Suárez merece la consideración para que continúe al frente de la Selección.
Al lado de esas dudas interesadas, se desliza por debajo que de todas maneras Costa Rica tiene que hacer el cambio generacional. Si este punto fuera cierto, Suárez es la persona menos indicada para llevarlo a cabo.
En la Copa Oro quedó demostrado que el nivel de Costa Rica cada vez está por debajo de futuros rivales. Ya, por ejemplo, Guatemala y Jamaica están mejor que el seleccionado nacional.
Después de dos años de estar al frente de la Tricolor, la evolución del trabajo de Suárez no se ve por ningún lado y lo suyo ha sido deficitario de principio a fin.
Algunos, he observado también, sostienen que no todas las carencias son responsabilidad del técnico colombiano. Eso ya lo sabíamos desde que Velibor Bora Milutinovic llegó en 1990. Ese eufemismo no lo compra nadie, por barato que lo vendan.
Aquí hay algo más que claro: con Suárez estos jugadores no son mejores de cuando él los recibió. Los centrales costarricenses –Waston, Calvo y Vargas—tiene una salida de balón terrible, por ejemplo. Quien dude de esta afirmación, lo invito a ver los videos con detenimiento.
Un técnico tiene la obligación de mejorar a sus dirigidos y no a la inversa: magnificar sus deficiencias.
Con Suárez estamos en el segundo apartado. Ahora, si se quiere seguir por la senda de la derrota, de las justificaciones y de la mediocridad, y tienen el poder para hacerlo, que continúen, pero el fracaso está más que garantizado.
Suárez tiene que irse. Desde aquel 7 ante España debió dejar el banquillo nacional. No merece tan alto trono.