PALESTRA
Vivo en un cementerio, del mundo quizá el más grande, que no es Afganistán, la antigua Mesopotánea, Egipto de los faraones, Siria ni Palestina.
Vivo en América, una tierra especial, pero saqueda, maltratada, vilipendiada, explotada por el conquistador que estuvo a punto de destruirla, pero que no pudo.
Es un panteón de cruces olvidadas desde el mil cuatrocientos noventa y dos. De almas que lentas pasan con su cabeza baja susurrando justicia hoy
Éramos – a veces las oigo diciendo quedo-, más de noventa millones de semillas que sembraban el vientre de la Pachamama y torturadas fueron por adorar unos becerros de oro llamados sol, lluvia, luna…
Sesenta y seis millones y medio cruzaron ya el umbral del genocidio y puras ya por la muerte sus almas buscan Suramérica; trece millones y medio añoran sus cultivos de maíz en Centro América y diez millones de ellas marchan afanosas hacia la tierra Hatuey, de Obama, y Quisqueya.
¡Soy de aquí, no de allá¡.Del Río Bravo para abajo. De un cementerio sui géneris si se quiere dónde Hidalgo rompió a pedazos el viento con su grito de justicia, Martí surcó los mares de la libertad y Bolívar se tragó Los Andes una madrugada de sueños y profecías.
¡Sí…Soy de aquí y no de allá¡. Dónde Sandino redujo a la palma de su mano Las Segovias y fue el primero que oyó cómo retumba un pajarote de metal cuando a tierra sus alas rompió.. Soy de aquí, de donde Morazán cabalga sin descanso y Juan Rafael Mora apunta certero su fusil centellante.
Es un cementerio tan grande que ya no tiene lugar para más cruces ni lápidas. Donde Camilo Torres cuida la entrada, Gaspar García Laviana oficia la misa del gallo y Óscar Arnulfo Romero carpintea el Paraíso
Y Víctor Jara pone en nota de sol a Roque Dalton y “La Poderosa” de nuevos kilómetros devora. ¡ Allí viene¡ Sí… de la Patagonia al Río Bravo!
Periodista, abogado y notario UCR