(SAN JOSÉ, COSTA RICA, 02 DE NOVIEMBRE, 2015-EL JORNAL). Lo he dicho y escrito antes, siempre escampa. No importa cómo fue el chaparrón, cuánto duró la tormenta, qué tanto amedrentó la rayería, al final deja de llover.
Sí, deja de llover, secan los charcos y sale el sol. Entenderlo cuando se está en medio del huracán es difícil y lo dicho pueden sonar a panfletario, a palabras vanas; sin embargo, ello no le quita lo verídico al hecho de que al final el aguacero pasa.
Nadie escapa a empaparse en alguna que otra oportunidad, todos hemos estado en esos momentos de salud, relaciones, economía, familia, en que pedís que no llueva más y contrario a tu deseo, lo que sucede es que arrecia el vendaval, y parece que inició un nuevo diluvio.
No es extraño pensar, entonces, que es un asunto personal, que solo a mí me pasa, que durará siempre o que es el resultado de una culpa, no es así, la vida no hace excepciones y por más que nos esforcemos porque en nuestro caso sea diferente, lo cierto es que, por propósitos más allá de la total comprensión, parece estar establecido que tarde o temprano nos veamos en una situación de tormenta, en la que no quisiéramos estar…,pero, tarde o temprano, escampa, siempre escampa.
*Consultoría y servicios empresariales. Puede seguir a Milton Rosales en: https://www.facebook.com/MiltonRosalesyAsociados/?fref=ts
