(VIERNES 19 DE MAYO 2023-EL JORNAL). El cristal se ha vuelto a romper en Saprissa. La armonía perfecta, los resultados impecables, la gran final asegurada, la taquilla vendida y en medio de todo ese paraíso apareció la jugada de David Guzmán con Aaron Suárez –minuto 41– y los morados comenzaron el descenso a los infiernos.
Tienen la final de la segunda fase prácticamente perdida, excepto un milagro en su casa este domingo, de lo contrario, tendrán que jugarse el cetro ante un Alajuelense que aprovechó la oportunidad al vuelo y sacó suficiente ventaja para aspirar al título.
No hay duda de que la expulsión fue determinante, pero a la par de ello hubo una mala gestión en los ajustes morados. En la primera gran exigencia, a Vladimir Quesada se le nubló el horizonte y no supo aguantar al menos un 1 a 0 que le hubiera dado todas las posibilidades en el partido de vuelta.
Ayer, a diferencia de los 10 últimos encuentros, Saprissa volvió a llenarse de fantasmas. Mariano Torres, su capitán y líder, pudo salir expulsado antes de que lo hiciera Guzmán, si al árbitro Adrián Chinchilla no le hubiera pesado demasiado esa tarjeta, a tal punto que cuando fue a buscarla le salió una amarilla que nadie entendió.
Aquel Saprissa del idilio, de un fútbol convincente se resquebrajó en la primera curva, y demostró que también es un equipo al que, si el adversario le estudia, le puede hacer daño en zonas clave, como los laterales.
El juego, que iba para gran partido, terminó en monólogo inesperado, primero porque Saprissa quedó, en efecto, diezmado, pero sobre todo porque desde el banquillo faltaron luces , y eso los condenó a perder, de no mediar un milagro con tintes bíblicos, la serie.
En la hora grande, a Saprissa le faltaron respuestas por parte Vladimir Quesada y su cuerpo técnico, y la Liga tomó nota del embrollo y ejecutó un partido que le abrió las puertas de par en par de la gran final.
Primer gran examente para el banquillo morado y sacó nota deficiente.