(VIERNES 17 DE MAYO, 2024, EL JORNAL). Saprissa jugó al ping-pong y sacó oro ante San Carlos.
También demostró que defenderse es solo una variante del fútbol y ello le bastó para dejar la serie casi sentenciada.
El equipo morado, que se ha distinguido históricamente por estar más asociado al fútbol creativo y ofensivo, anoche guardó todas esas cartas y decidió cerrar portillos, sacar la raqueta y tirar la pelota aquí y allá, y así convirtió la cancha del Carlos Ugalde en una mesa para jugar al ping-pong
Partido discretísimo. Jugado con estrategia e inteligencia por parte de los morados.
La serie, que desde un principio sostuve que estaba totalmente inclinada a favor de Saprissa, por eso hablé de la fórmula 99-1, solo para graficarlo, por el cierre flojo de San Carlos, todavía no me ha desmentido.
El fútbol es el arte de la imprevisibilidad, ya lo dijo Dante Panzeri en su mítico libro, pero hay elementos que permiten hacer inferencias con base en los rendimientos y las alternativas de banquillo que posee cada club.
De no suceder una sorpresa mayúscula, de esas que ocurren cada cien años, los morados se enrumban a la final de esta fase, a la espera de si será Herediano o Alajuelense el rival de turno.
La lección que deja el juego San Carlos-Saprissa, es que en la vida y en el fútbol, muchas veces, hay que ser cameleónico, sin que ese proceder signifique renunciar a los principios, y los tibaseños lo rafifican: ayer fueron conservadores y rácanos, y partir de estar bien arropados, sacaron una victoria que los deja a medio paso de la final.
En el fútbol también es válido jugar al ping-pong y apelar a defender como virtud suprema: todo sea en nombre de la diosa estrategia, ¿verdad, saprissistas?
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
