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Saprissa da ‘masterclass’ de cómo jugar muy mal

(JUEVES 28 DE SEPTIEMBRE-EL JORNAL). En el peor partido que le he visto a Saprissa en los últimos 25 años, el equipo costarricense dio una clase magistral de cómo jugar muy mal.

Y la respuesta que me encuentro en la sala de prensa del técnico Vladimir Quesada es que están dolidos y en que sí, que es cierto, que abren una nueva página en la historia del club al perder por primera vez en Nicaragua.

A partir de esos análisis tan pobres, tan insuficientes, tan llenos de sentimientos pero vacíos por completo de elementos objetivos, el Saprissa va rumbo al despeñadero.

La serie no está en peligro, pero pusieron en entredicho un prestigio labrado ya casi a lo largo de un siglo.

Saprissa no hizo el ridículo ante el Real Estelí, pero lo rozó. Jugó al filo de la navaja y se pudo regresar, ahora sí, con una goleada que lo exhibiera en todo el continente.

El Saprissa de Vladimir Quesada no jugó a nada. No presionó bien en ningún sector del campo, en la recuperación estuvo tremendamente deficiente y su propuesta ofensiva fue nula, con la excepción de un balón que estuvo a punto de meter Warren Madrigal en la portería del dubitativo Douglas Forvis.

La directiva de Saprissa debe ser mucho más exigente con su cuerpo técnico, no basta con que el entrenador diga que asume la responsabilidad, porque ese es un estribillo muy gastado que no conduce a ninguna parte.

Vladimir debe explicarle a su gente, por qué planteó un partido tan mal y por qué fue incapaz a lo largo de 95 minutos de corregir el rumbo.

La camiseta del Saprissa es histórica como para que el Real Estelí estuviese en condiciones de barrerla sin misericordia. Si no lo hizo el equipo de Ramón Otoniel Olivas fue por la inexperiencia, porque generó las ocasiones propicias para golear.

Saprissa dio una ‘masterclass’ a la inversa: es decir, hizo todo lo que un equipo debe hacer para jugar mal, muy mal, al punto de que resultó irreconocible en el estadio Independencia de Estelí.

Noche totalmente oscura para un Saprissa que no respetó su historia, su grandeza y su trascendencia en Centroamérica, y fue un fantasma de sí mismo, un muñeco roto y extraviado, y al que el Estelí lo idultó para no ridiculizarlo.

 

Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL

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