(JUEVES 09 DE JUNIO -2022- EL JORNAL). Rodolfo Villalobos, presidente de la Federación de Fútbol, ha respondido a preguntas relacionadas con la denuncia de Jicaral con un tono un poco alzado, y hasta llegó a recriminarle a los periodistas que ese no debería ser el tema de fondo de la conferencia que ofrecía.
Se equivoca el presidente de la Fedefútbol si piensa que le asiste la potestad de hablar de los asuntos que solo le convienen, porque si bien las conferencias de prensa ya llevan en sí un germen de control por parte de quien la planea y la ofrece, lo cierto del caso es que mientras la Selección se apresta para el juego ante Nueva Zelanda, en el país no dejan de suceder acciones en un fútbol en el que hay unanimidad: falta transparencia.
¿Cómo lo sabemos? Es cuestión de hablar con quienes conforman en la actualidad el engranaje del balompié nacional y las quejas no dejan de aparecer aquí y allá. Tanto en la Primera División como en la Segunda se advierte y se respira un descontento.
Villalobos llegó a decir en la conferencia que ofreció en Catar que ellos en la Federación no eran el FBI, como dando a entender, bueno y qué esperan, que hurguemos en todos los rincones para saber si hay anomalías en el fútbol nacional.
Ese tono entre irónico y despectivo no le va bien a un presidente de la Federación, que lo primero que debería de tener es prestancia, elegancia, presencia, altura discursiva, para que a leguas se note la jerarquía de su cargo.
No es la primera vez que le sucede a Villalobos, cuando le preguntaron en otra conferencia, a comienzos de la eliminatoria, si en algún momento había pensado en renunciar, respondió que los que deseaban ese proceder debían “esperar sentados”.
Un presidente de la Fedefutbol se debe a sus afiliados y debería ser el primero en mostrar un discurso conciliador, pero no solo cuando les conviene, sino siempre, como una política institucional.
Y no es el caso con Villalobos, el extesorero de la Fedefútbol en tiempos de Eduardo Li, que sobrevivió a la caída del jerarca.