(JUEVES 28 DE JULIO, 2022-EL JORNAL). Revolotea de nuevo en el ambiente la renovación de Luis Fernando Suárez para que prosigua al frente de la Selección Nacional. Si me preguntaran a mí, diría un rotundo no.
Viene precedido de dos mundiales, pero yo ya estoy cansado de currículums y presentaciones en Power Point, aunque sea una herramienta utilísima para los que nacimos en el siglo XX.
Es cierto que la Tricolor clasificó al Mundial, pero hay que ver cómo. No solo hay que quedarse con los espejos y las fachadas. Y según Ángel Cappa, hay dos grandes maneras de medir a un equipo: cuando tiene la pelota y cuando tiene que ir a recuperarla. Y la verdad, a mí en niguna de estas dos fases me gusta Costa Rica.
Frente a Nueva Zelanda, a la que una buena parte de mis colegas y aficionados consideraban que se iba a golear, terminamos pidiendo la hora.
Así que Luis Fernando Suárez no me convence. Si hoy me preguntasen, por ejemplo, que describa a qué juega el seleccionado, tendría que decir a nada. ¿Cómo entonces se explica la clasificación al Mundial de Catar? Son muchos los factores y uno de ellos es el alto porcentaje que tenía posibilidades materiales de ir a la cita mundialista, dado que de ocho, la mitad seguía con vida tras la octogonal, y si por otra vía tenés la fortuna de contar con un portero al estilo de Keylor Navas, las acciones suben en Wall Street.
En general, no veo, hasta ahora, el gran aporte de Luis Fernando Suárez al fútbol de Costa Rica, cuando el barco se hundía tuvo que venir la milagrosa y misteriosa comisión técnica a enderezar el rumbo. Y lo de descubrir a Jewisson Bennet es un cuento de hadas que no compro ni por un instante.
Lo fácil es renovar a Luis Fernando Suárez. Lo díficil, buscar mejores alternativas con un presupuesto limitado. Por eso creo en aquellos que son capaces de bailar en una baldosa.