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Raíces del futuro: sembrando ciencia y tecnología en las niñas para cambiar el mundo

Priscila Villanueva*

(MARTES 08 DE ABRIL, 2025-EL JORNAL). «Las niñas que hoy sueñan con la ciencia y la tecnología son como raíces profundas: invisibles al principio, pero capaces de sostener árboles que darán frutos por generaciones.»

Esta metáfora encierra una verdad poderosa y urgente: el futuro de la ciencia depende de que no solo imaginemos, sino que activamente cultivemos, un mundo donde las niñas sean protagonistas en los laboratorios, aulas y mesas de decisión.

A pesar de los avances sociales, las cifras continúan revelando una desigualdad inquietante. Según António Guterres, Secretario General de la ONU, las mujeres todavía representan apenas un tercio de la comunidad científica global.

Este dato refleja grandes oportunidades perdidas, además de ser un síntoma de sistemas que fallan en nutrir talento, creatividad y diversidad. Las mujeres enfrentan una lucha desigual en campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), viéndose relegadas por la falta de financiación, publicaciones limitadas y acceso mínimo a posiciones de liderazgo.

El problema va más allá de lo cuantitativo. La subrepresentación femenina en áreas como la Inteligencia Artificial perpetúa sesgos peligrosos en las tecnologías que moldean nuestro presente y futuro.

¿Cómo podemos aspirar a un mundo justo si las herramientas que diseñamos reflejan desigualdades estructurales? Incentivar a las niñas hacia la ciencia no solamente es un acto de equidad, sino una necesidad estratégica para resolver los desafíos globales con ideas frescas y perspectivas diversas.

Por qué las niñas son el futuro de la ciencia 

Primero, la diversidad es un motor de innovación. Las mujeres aportan visiones únicas que enriquecen los procesos científicos y tecnológicos, promoviendo soluciones más efectivas y comprensivas. Es evidente que un equipo inclusivo no solo es éticamente correcto, sino funcionalmente superior.

Segundo, empoderar a las niñas desde temprana edad es una inversión en equidad. Incentivarlas a explorar su potencial en STEM ayuda a cerrar la brecha de género que ha persistido durante generaciones, garantizando que cada persona, independientemente de su género, tenga las mismas oportunidades de impactar el mundo.

Tercero, la representación importa. Las niñas necesitan ejemplos de mujeres exitosas en la ciencia para derribar barreras psicológicas y estereotipos limitantes. Sin referentes, el talento se desvanece y los sueños quedan en el olvido.

Finalmente, la participación equitativa de las mujeres en la ciencia es esencial para abordar retos globales como el cambio climático, la crisis de biodiversidad y las pandemias. Estos problemas complejos requieren soluciones interdisciplinarias que únicamente una comunidad científica diversa puede ofrecer.

Raíces profundas, acciones urgentes 

Convertir este ideal en realidad exige acciones concretas. No basta con promover la participación; necesitamos transformar los sistemas que la bloquean. Programas educativos diseñados para despertar la curiosidad científica en niñas, acceso equitativo a recursos tecnológicos y financiamiento específico para proyectos liderados por mujeres son solo el inicio.

Además, conectar a niñas con mentoras científicas puede ser transformador. Las historias reales de éxito inspiran y dan sentido de pertenencia a quienes se ven subrepresentadas en STEM. Asimismo, campañas de sensibilización que eliminen estereotipos de género y visibilicen las contribuciones de mujeres científicas deben ocupar un lugar central en la agenda educativa y cultural.

El mensaje de esperanza 

Al igual que las raíces de un árbol, los avances pueden parecer lentos, incluso invisibles al principio. Pero con cada iniciativa, cada taller, cada historia que inspira a una niña, estamos fortaleciendo el tejido que sostendrá un bosque de innovación y progreso humano.

El potencial de las niñas para transformar el mundo científico ya está ahí; nuestro trabajo es garantizar que el suelo sea fértil y que las barreras que han frenado su crecimiento sean eliminadas. Al hacerlo, no solo cambiaremos la trayectoria de sus vidas, sino también la del mundo entero.

Las niñas que sueñan con la ciencia y la tecnología son raíces del futuro. Nutramos ese sueño, porque los frutos, sin duda, serán extraordinarios.

 

*Experta en liderazgo estratégico, crecimiento y cambio organizacional.

 

 

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