(LUNES 21 DE NOVIEMBRE 2022-EL JORNAL). Bastan unos cuantos trazos para confirmar que Qatar 2022 será un Mundial atípico. Para empezar es un torneo en el que los aficionados locales, aburridos por el rendimiento de su selección, se van al medio tiempo, y porque los aficionados y los reporteros no dejan de tener problemas de una y otra índole.
El periodista José Sámano, a un día de la inauguración no salía del asombro por ver las calles vacías de Doha y se pregunta si de verdad ahí iba a haber un Mundial.
Son las contradicciones de haber designado a un país sin tradición futbolística y ubicado en una zona del mundo en el que si no fuera por el avance de las tecnologías difícilmente se hubiera podido jugar a ciertas horas.
La esperanza es que cuando jueguen las selecciones de Brasil, Argentina, Francia, Bélgica y en el caso nuestro Costa Rica, el sentimiento empiece a trocarse positivo.
El ambiente es muy importante y para ello se requiere una tradición futbolística que no se compra ni siquiera con la mayor cantidad de petrodólares como ha pasado en esta oportunidad en que por recursos Catar no tiene problemas, pero sus condiciones sí atentan con que sea un Mundial en toda regla.
Pese a ello, el fútbol tiene la virtud de que es capaz de reiventarse y sobreponerse a las mayores circunstancias, como lo ha hecho desde Suiza 1954, cuando se reanudó la disputas de la Copa del Mundo.
De lo que no nay duda es de que Qatar 2022 será un Mundial distinto, y no necesariamente para bien.
