(JUEVES 18 DE JULIO, 2024- EL JORNAL). Ayer se anunciaba la muerte Federico Vargas Peralta, expresidente de la Federación Costarricense de Fútbol, quien renunció a dicho ente con una frase que quedó para la historia: «Me voy porque estoy pintado en la pared».
Era 1995, cuando todavía a la Federación llegaban figuras fuera del fútbol con una gran formación, como el caso de Vargas, que no solo había sido embajador, sino el primer director de la Escuela de Economía de la Universidad de Costa Rica (UCR).
En aquel ya lejano 1995, Vargas denunciaba que se iba porque dependía por completo de las decisiones que tomaran los presidentes de los clubes. A la vuelta de 30 años la situación, si la trasladamos a la Unafut no ha cambiado mucho.
La presidenta, en este caso, de la Unafut no tiene mayor autonomía y está a merced de lo que acuerden los asambleístas. En otros lugares del mundo, como en Estados Unidos o España, para citar dos países con enfoques muy distintos, hay un comisionado o un presidente que sí tiene un amplio margen de maniobra.
Mientras en Costa Rica sigamos apegados a las viejas e infructuosas prácticas, más propias de las ocurrencias que de la planificación, el fútbol continuará anclado al pasado.
El mejor ejemplo es que anoche se disputó la recopa con solo 7000 aficionados, a pesar de que de por medio había un clásico. ¡Cómo no cuidar el producto estrella!
Así que constatar que 30 años después de aquel «me voy porque estoy pintado en la pared» de don Federico, sigue vigente como si el tiempo no hubiese pasado, es saber que en el ámbito administrativo y de visión, nuestro fútbol sigue siendo de tercer mundo.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL