(MARTES 13 DE AGOSTO, 2024- EL JORNAL). Muchas palabras. Exceso de palabras. Exceso de verbo. Muchas promesas. Falsas ilusiones. La carta que Gustavo Alfaro publicó, posterior a su salida de la Selección Nacional, lo que viene es a añadir más palabras y nada más.
Alfaro se fue porque se lo llevó el mercado. No resistió a la tentación de la oferta y la demanda, ni a la atracción del metal y se llevó sus enseres a Paraguay. No sería extraño que de Paraguay, si las aguas lo benefician, Alfaro se vaya a otra selección y así continúe su periplo de país en país, en pro del mejor postor desde el punto de vista económico.
Todo ello es válido y no fringe ninguna ley, aunque podría debatirse la ética que hay detrás. No imagino a Jorge Luis Pinto saliendo de la Selección de Costa Rica porque a mitad de camino le ofreción un pastón. Incluso, después de la magnífica presentación en Brasil 2014, la aspiración del técnico cafetero era continuar.
De modo que la carta que ahora publica Alfaro, es mucho verbo, y no aporta nada de nada.
Lo peor de todo esto no es la salida de Alfaro y las flores que se autolanza sobre su labor en el Tricolor, sino que Osael Maroto y su Comité Ejecutivo siguen pensando en traer a técnicos salvadores y olvidan, por completo, el aporte que pueden hacer los entrenadores nacionales.
A la Federación, parece, que le gustan los que hablan mucho, y dejan palabras, palabras y más palabras e ilusiones vacías.
Periodista, escritor y comentarista. Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez. Esta columna se publica a diario en FXD y EL JORNAL
