CIUDAD Y CAMPO
(San José, 20 de febrero 2013). Vernon Hugh Bowman es, sin duda, un nombre absolutamente desconocido para nuestros lectores, pero saltó a la palestra del mundo porque en la actualidad enfrenta una demanda en el Tribunal Supremo de Estados Unidos por haber utilizado semillas de una cosecha que a su vez obtuvo tras la siembra de semillas transgénicas que compró a una transnacional.
El juicio, por presunta violación de una patente, se encuentra en el Tribunal Supremo y el agricultor ha sostenido ante la multinacional que “está dispuesto a que lo avasallen, pero no a que lo arruinen”.
El productor de soja, oriundo de Indiana, defiende el hecho de que solo ha empleado unas cuantas semillas y que le sigue comprando a la multinacional, cuyo nombre mejor no pronunciamos, para evitar que nos vayan a demandar por mencionarlos, aduciendo alguna patente que en algún lugar del planeta registraron.
El caso es de sumo interés porque en Costa Rica no solo están en discusión y de moda los cultivos transgénicos, sino que el país tiene un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, y aunque nadie, hasta ahora, sabe para qué sirve, ello podría hacer que mañana a buenas y primeras le digan a los agricultores nacionales que no pueden plantar naranjas sino son de semillas generadas por una transnacional protegida por los norteamericanos.
Los entusiastas del TLC deben de estar felices de que una multinacional, que según sus propias cifras dedica cuatro millones de dólares diarios (¢2.000 millones) a la investigación, tenga contra las cuerdas a un pequeño agricultor, que, como los nuestros, no busca más que salir adelante.
El pulso está en el Tribunal Supremo, pero si por la víspera se saca el día, todos los palos le caerán a Bowman, quien tiene tan poco terreno, para los efectos de su país, que dice que en verdad su condición no le da para que lo designen con ese nombre.
Viva, por lo tanto, la empresa privada, que produce libertad, equidad, justicia y claro: persecuciones contra revoltosos como Bowman, quien con su proceder le dice al mundo que solo aspira a ser digno, humano y libre para plantar las semillas que produce su propia tierra.
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